Para aprovechar la última tarde de vacaciones falleras, fui a ver esta exposición en el Centro Cultural Bancaja, en la plaza de Tetuán, que presentaba un extraño aspecto bajo la lluvia del primer día de la primavera. La cartelería comercial es uno de los más curiosos exponentes del arte en el cambio del XIX al XX. Trabajando en un tema totalmente distinto, ya advertí el sutil vínculo que hay entre los procesos de transformación económica, la aparición de la publicidad como parte fundamental de los negocios y la labor artística en sí misma. Quizá de aquí a unos años, nos demos cuenta de que el más representativo producto audiovisual de nuestra época no son “Los Simpson” o “El ala oeste de la casa blanca”, sino los anuncios de Burger King o de Don Limpio. Así, la cartelería finisecular, cuyo desarrollo se apoyó en las mejoras en las artes gráficas, tenía una evidente función práctica y comercial, pero también transmitía la imagen que las clases industriales tenían de sí misma
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