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Mostrando entradas de octubre, 2018

El sábado, nos vamos al Jiloca. X fiesta del chopo cabecero.

Todos lo saben.

He estado en muchas bodas, demasiadas. Entre ellas, dos en La Mancha. Y no pude evitar acordarme de aquellos banquetes ruidosos al principio de la peli. La larga sombra de Almodóvar asomaba. Creo que el llamado “genio de la Mancha” está en la producción. Pero la peli no trata ni de bodas ni de entierros. Un giro argumental lleva a otro tipo de historia: un thriller entre viñedos y barrancos, con temporeros magrebíes y todoterrenos. Pero todo resulta falso y poco creíble Parece un producto de cartón piedra para el público norteamericano, que verá españoles o franceses “de verdad” viviendo historias muy tremendas en el Somontano aragonés o en el sur de Francia. Es como si quisieran vender una postal de la Toscana con más barro y algo de sangre. Solo eché en falta un par de polvos rápidos. Si es un producto para el mercado norteamericano, lo entiendo. Todo se queda en una historia con mucha carga psicológica donde los protagonistas, que no tienen acento de ningún lugar, hacen ton

España: la historia de una frustración.

Por casualidad, el 12 de octubre, se celebran simultáneamente la Virgen del Pilar y el día Nacional de España. En 1613, la ciudad de Zaragoza decidió guardar ese día como festivo . El milagro de Calanda en 1640 extendería la devoción a esta virgen local por los reinos hispánicos y el resto de la Europa católica. La expedición castellana llegó a las costas de la llamada Guanahani un 12 de octubre. Se iniciaba la conquista del nuevo Mundo y la historia de los grandes imperios occidentales. En 1926, en Argentina, propusieron llamar a las celebraciones “Fiesta de la Hispanidad” .  La idea tendría éxito en la España franquista. En 1987, se decidió consolidarla legalmente como fiesta nacional, cambiándola de nombre, frente a los que hubieran preferido el 6 de diciembre o el 2 de mayo, que sí que fue algo "nacional". La Virgen que no quería ser francesa y una idea nacional española vinculada a viejas glorias imperiales quedaban así unidas en las mentes y en el calendario.

Adil Hussain: India y Pakistán.

Uno de los acontecimientos más importantes de la historia contemporánea fue la separación entre la India y Pakistán. Los dos son gigantes geopolíticos. Un solo estado aconfesional y democrático hubiera sido el protagonista del siglo XXI. Si ese estado hubiera sido posible. Durante el verano, vimos dos pelis, una protagonizada por una familia pakistaní y otra por una familia hindú. Se dio la curiosa circunstancia de que en ambas salía el mismo actor: una de las estrellas de Bolliwood:  Adil Hussain.  En “El viaje de Nisha” interpreta a un laborioso paki con su negocio y su familia en Noruega. Es un tipo cariñoso e inteligente. Pero la cosa se tuerce cuando la hija menor, Nisha, empieza a hacer cosas de adolescente noruega: es decir beber alcohol y tontear con mozos rubios. Sus padres deciden reeducarla y llegan a enviarla a su país natal. Sin mucho disimulo, la peli plantea el tremendo problema de la integración de otras culturas en la nuestra. No hay ninguna referencia

Ismael Serrano en El palau de les Arts.

Fuimos a escuchar a Ismael Serrano. La sala principial del Palau estaba llenita y la gente no era tan viejuna como yo me esperaba. Más bien, niñas de entre 30 y 40, acompañadas de novios correctos, modernos y votantes de izquierdas, vaya usted a saber qué será eso. Ismael Serrano fue capaz de quitarse de encima la caspa de dos generaciones de cantautores y barbudos y se ha ido reinventando a sí mismo muchas veces. Se van a América Latina y vuelven más ricos y más sabios. Ha escrito mucho y por ello, tiene de todo: canciones hermosas como montañas y canciones ripiosas y limitaditas. Pero siempre se ha respetado a sí mismo y el público se lo reconoce. "Hoy es siempre" se llamaba la cosa. Yo desconfiaba; pero el concierto me gustó. Y eso que le hacen ponerse ropa demasiado ceñida y le han montado un espectáculo un poco desordenado en el que los diálogos y la reflexión sobre la propia obra no pega con el orden de las canciones. Que fusile a su dramaturgo con rosas y clavele