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Civil war

Como soy un tipo puntilloso e idiota, no puedo evitar que me crujan los oídos cuando oigo a un dominicano referirse a los estadounidenses como " los americanos ". Ya sé que ese gentilicio que llama a una parte con el nombre del todo es de uso habitual en nuestra lengua común. Pero me resulta especialmente extraño en la boca de los herederos de los primeros y genuinos " americanos ". Dicho de otro modo, si hay alguien verdaderamente " americano " son los habitantes de La Española, los del Este y los del desgraciado Oeste. La Hispaniola fue el primer campamento de aquella gesta prodigiosa, la primera casilla de aquel brutal juego de la oca en busca del oro y de las especias, el primer capítulo de una masacre colosal, la primera contracción de aquel parto con dolor, mucho dolor. Me temo que la mayor parte de mis paisanos, los godos, no saben dónde está la isla aunque hayan venido de viaje de bodas a Punta Cana. La Española es una de las islas hermosas en medi
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A quiet place. First day.

Después de muchos descartes, me puse en la pequeña pantalla del avión esta peli del 2024. La señora francesa de la ventanilla veía "Dune" o algo así. Lo que me llamó la atención de "A quiet place. First day" fue el nombre de la protagonista: Lupita Nyong'o. Y acerté. Al menos con la chica, que también ha salido en la saga "Star wars". Sus grandes ojos brillaban en la semioscuridad del "Rio de Janeiro" de Iberia. Y me miraban a mí. Mientras veía esta peli de ciencia ficción-terror, me sentí triste; pero las pocas veces que la Lupita sonreía, me consolaba. Subí el volumen de los auriculares clase turista, como para acallar los pensamientos que iban y venían. Me sentía solo en ese avión atestado de gente cruzando el Atlántico y emitiendo muchos gases de efecto invernadero (la gente y el avión). Mis soledades y las soledades de la protagonista, juntos. Al menos, de vez en cuando, se adivinaba en su rostro aterrado una pizca de esperanza. La azafa

Periódicos en papel.

En mi infancia, hubo muchas cosas buenas: espinacas, coles y calabacines, ropa limpia y seca, longaniza hecha en casa, manzanas reinetas y naranjas de La Ribera, la tele a poco volumen y siempre, siempre, un periódico. En papel, obviamente. Al parecer, con cuatro años, yo ya leía la prensa. Miope niño precoz. Luego, aprendí a leer muchas veces. En Valencia y sus pueblos aledaños, había dos periódicos: "Las Provincias" y el "Levante". En "Las Provincias" escribía gente a la que no le gustábamos ni los niños inmigrantes ni los niños que hablaban en valenciano. En el "Levante", el periódico que siempre había en los bares, escribía gente a la que no le gustaba "Las Provincias".  Mi padre se hizo más cosmopolita y empezó a comprar "El Mundo" porque le gustaba a mi abuelo. Por aquel entonces, "El Mundo" hacía todo lo que sea necesario para echar del poder a Pedro González, un señor que estuvo muchos años de presidente. Apr

Hernán.

Hace dos noches, soñé que estaba a bordo de una pequeña barca en un agua poco profunda. Había juncos y barros. Supongo que del fondo de la memoria brotaban imágenes de la Albufera de Valencia (la Valencia de Europa). Yo manejaba la barca y tenía que llevar gente a algunos sitios. O recoger algo así como semillas o pequeñas piedras, quizá obsidiana, en algunos puntos exactos. Había una sensación de miedo, como de amenaza, de tal modo que algunos de los lugares a los que tenía que ir con la barca eran peligrosos y eso exigía especial cautela y precaución. En mi mente había un mapa de zonas oscuras, que debían ser evitadas. Pero yo me sentía seguro, fuerte, determinado a ir dónde hiciera falta, sin miedo al miedo. Había visto en dos largas sentadas la serie mexicana de Prime Video (2019) sobre la conquista castellana de Tenochtitlán y supongo que mi subconsciente o como quiera que se llame ese rincón del cerebro, estaba todavía en el lago de Texcoco, merodeando, evitando a los mexicas y d

El robo del siglo

  Aviso: La siguiente entrada contiene bastantes autocitas. No tantas como las de los artículos de algunos magníficos rectores. Aunque México es el país más importante de entre todos los de lengua castellana (incluyendo a España), Argentina guarda para sí cierta primacía  "poética",  por así decirlo. Durante la mayor parte del siglo XX, Argentina fue el centro de la cultura española e hispanoamericana, el lugar de las ideas y del discurso. La palabra y el trigo, si nos ponemos nerudianos. De Argentina venían los libros y los barcos que saciaban muchas clases de hambre. El paraíso del idioma, las vacas en los pastos infinitos. Borges, Cortázar, Sábato, Quino, Bioy Casares y me pueden cambiar el orden del canon y poner delante a las vacas, si así lo desean. En otras entradas de este blog ya hemos citado cierto tipo de símbolo: la Olimpiada de ajedrez de 1939, que sirvió a muchos jugadores europeos para escapar de la pesadilla fascista. Argentina era la redención de los judíos c