Ir al contenido principal

Huellas transhumantes

Estamos pasando unos días en la Sierra del Segura. La niebla descansa en las cumbres de los cerros hechos de roca y de pinos que rodean y protegen el pueblo. Pero no llueve, diga lo que diga la tele. La metereología se olvida de este rincón escondido. Hay silencio en las calles. El tiempo pasa, tranquilo, sin sobresaltarse, sin apurarse, como el agua del río Madera que va buscando al río Mundo por estos valles estrechos, verdes, fáciles. Estos ríos fluyen siempre, en todas las estaciones, claros, ordenados, amables. Cuánta belleza hay en este silencio, en esta tierra sin apuros ni prisas, sin relojes ni calendarios.

Anoche descubrí en la 2 una serie de excelentes documentales: "Huellas transhumantes".  Emitían el capítulo " Trashumancia al Mediterráneo. Por la ruta del Llosar", que acompañaba a unos ganaderos de Fortanete. La transhumancia es una parte importante de la historia de España. Durante siglos, los ganaderos del interior conducían a sus ganados a las zonas más templadas durante los meses fríos, para optimizar el uso de los pastos. En mis recuerdos de la infancia, hay borrosa una visita que hicimos a unos amigos que traían sus ganados desde la Sierra de Gúdar a Valencia. De adulto, he andado por esas cañadas y he intentado, con poco éxito, entender como se sentían esos pastores, andando todo el día con sus rebaños y durmiendo con ellos en las parideras de los amigos que los acogen en el camino. Esclavos de su hacienda y libres al mismo tiempo. Atados a las mismas rutas año tras año y dueños del camino y de su tiempo. Comiendo con apetito el almuerzo que se han ganado tan bien y preocupados por las ovejas que cojean. Pequeños empresarios que se saben reliquias de un mundo que casi ha desaparecido, que no han querido o no han podido dejar el modo de vida que les enseñaron sus padres. Partes del paisaje. El ganadero de Fortanete hablaba bien y me llegó muy hondo cuando afirmó rotundamente: "Nosotros hacemos este paisaje que el turista o el senderista disfrutan"

Comentarios

Entradas populares de este blog

El correo

Noto, con cierto sentimiento de culpa, que no he publicado nada en dos meses. Agosto y septiembre se fueron casi sin dejar huella, como unos ladrones astutos, como un amante canalla, que no se queda a desayunar. La guerra perdida contra el tiempo que solamente los héroes verdaderos saben ganar. Yo no soy ningún héroe, solo aspiro a sacudirme la pereza. Me obligo a retomar el blog y para ello, reseñaré las últimas pelis que hemos visto.  "El correo" (2024), de Daniel Carpalsoro cuenta la historia de un chaval de Vallecas, un bigardo espabilado que se dedica a transportar dinero en efectivo desde la España milagrosa a las bancos y joyerías belgas, donde lo lavan y lo dejan hecho un primor de blancura. Ya sé que dicho así, suena a la trilogía "Transporter" de Jason Statham; pero Carpalsoro ha sido honesto. Ha hecho una cosa entretenida y sin pretensiones.  El primer acierto de la película es el ritmo. Del inicio al fin, las cosas ocurren porque sí, porque estamos vivos...

La sospecha de Sofía

Merche no aguanta demasiado tiempo en casa. Acabábamos de volver del Teruel de Teruel; pero insistió en ir al cine. Nos comimos unos bocatas con poca gracia y entramos a la vacía sesión de las 22:30. Soy un facilón. La película se basa en la novela homónima de Paloma Sánchez-Garnica. Es una historia de espías y de gemelos que se intercambian. Y como decorado, la España de los 60 y la Alemania Oriental. Da la sensación de que a alguien, en algún despacho madrileño de esos donde se manejan los dineros para lo de la cultura y el postureo, le gustó mucho la novela. Y le apeteció una película con mensaje sutil: Franco era malo; pero los comunistas aún eran peores. Y una vez más, ha quedado demostrado que no siempre sale una peli digerible de una novela que se vendió bien.  Es lo que tienen las historias de gemelos, que son difíciles de creer.  Siguiendo con obras maestras, me viene a la memoria una de las últimas películas protagonizadas por mi paisano Paco Martínez Soria y diri...

Presentes

Solamente existen dos cosas: la vida y la muerte. La muerte es el segundo principio de la termodinámica, dominante, omnipresente, invencible. La vida es la lucha absurda, desesperada, contra ese principio. Es la excepción, lo heroico, la guerra que se libra sabiendo que se va a perder. La vida son los pimientos de Padrón, mi sobrino saltando las dulces olas del mar Mediterráneo, Francella haciendo de Sandoval en un juzgado oscuro de Buenos Aires, mamándose como un boludo mientras tiene ideas deslumbrantes. A veces, hay más vida y a veces, hay más muerte. Últimamente, nosotros hemos tenido algo más de lo segundo. Murió un primo de Merche de Albacete. Tenía ilusión por viajar y por hacer fotos a la vida, mientras que el cáncer lo iba derrotando, después de una guerra de cinco años de tratamientos, pruebas, dolores, experimentos, viajes a Madrid, más contra experimentos y más dolores. Pero ese hombretón y su retranca seguirán viviendo. En los mejores diálogos de Muchachada Nui está su c...