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Sin rodeos


El mundo está lleno de genios con un gran futuro a sus espaldas. Gentes que tuvieron talento y que no hicieron nada con él. Los mejores del equipo de fútbol juvenil. Que ahora son diletantes, expertos en todo, especialistas en nada. Gentes que acaban escribiendo blogs y abusando de los adjetivos y del alcohol.



Y luego están los que perseveran. Los pocos afortunados que encontraron su vocación. Y aunque eran bajitos, lentos, feos y con voz gangosa, perseveraron en ella. Se la jugaron. Y aprendieron el oficio. Ahora juegan en un equipete de segunda; pero se dedican a lo que les gusta. Y algún domingo bueno, la grada les aplaude.


Santiago Segura es de la segunda clase. El tipo quería hacer cine y ser famosete y lo consiguió. No es un genio del humor, ni cambiará la historia de la literatura con los relatos porno que escribió para ir tirando; pero va haciendo sus cosas, sin descanso, como una hormiguita fea y calva. Y a la gente nos hace gracia lo que hace.


“Sin rodeos” es una comedia suavecita y tierna, que se apoya en una Verdú creíble, rodeada de los amiguetes del Segura. Se trata de un remake de la chilena “Sin filtro”. A la prota se le hinchan tanto los huevos (los ovarios) que empieza a hacer, decir y pensar lo que le viene en gana. Y eso hace gracia. Supongo que a los hombres nos hace gracia porque en el fondo tenemos miedo de que las mujeres empiecen a hacer, decir y pensar lo que les venga en gana.

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