Estamos pasando unos días en la Sierra del Segura. La niebla descansa en las cumbres de los cerros hechos de roca y de pinos que rodean y protegen el pueblo. Pero no llueve, diga lo que diga la tele. La metereología se olvida de este rincón escondido. Hay silencio en las calles. El tiempo pasa, tranquilo, sin sobresaltarse, sin apurarse, como el agua del río Madera que va buscando al río Mundo por estos valles estrechos, verdes, fáciles. Estos ríos fluyen siempre, en todas las estaciones, claros, ordenados, amables. Cuánta belleza hay en este silencio, en esta tierra sin apuros ni prisas, sin relojes ni calendarios. Anoche descubrí en la 2 una serie de excelentes documentales: "Huellas transhumantes". Emitían el capítulo " Trashumancia al Mediterráneo. Por la ruta del Llosar", que acompañaba a unos ganaderos de Fortanete. La transhumancia es una parte importante de la historia de España. Durante siglos, los ganaderos del interior conducían a sus ganados a las zonas...