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Mostrando entradas de 2015

Los cuentos y las cuentas de la independencia.

A las películas sobre bodas les pasa lo mismo que a las bodas. Que son aburridas. Aunque de vez en cuando, alguno con gracia cuente chistes porque va algo beodo. En “Ocho apellidos catalanes” el único que hace gracia es Elejalde. Porque los demás están apagados o previsibles. Es lo que tienen las secuelas. A diferencia de su predecesora , la historia no tiene ritmo y las parodias sobre los tópicos no escuecen. Las peripecias de Rovira y compañía podrían haber tenido lugar en cualquier otro sitio y nos hubiéramos reído o dejado de reír igualmente. Han hecho caja; pero la fórmula se les ha agotado. Quizá la cuestión es que el encaje simbólico de lo catalán (frente a lo vasco, lo andaluz, lo español) en el viejo juego de los tópicos y los chistes regionales no funciona. En plena transición, cuando ETA ponía un muerto a la semana en el telediario, algún prohombre advertía que el gran problema político de la España constitucional sería Catalunya, y no el País Vasco y Navarra. Y acert

La ruta prohibida y otros enigmas...

Compré un libro de Javier Sierra por la prosaica razón de que el autor había nacido en Teruel. Creo recordar que era para regalárselo a mi hermano ¿Qué libro mejor que la obra de un paisano? No me acuerdo de qué novela se trataba; pero quizá fue “La cena secreta”, el best seller mundial que le ha debido apañar la vida a Sierra. Es que eso de andar rebuscando misterios entre piedras viejas no debe dar para muchas alegrías si no lo transformas en una novela chisposa que se venda bien. Y ya lleva varias de esas. Supongo que acabaré comprando y leyendo alguna. El sábado me compré, en formato de bolsillo, este ensayo que reúne notas breves sobre algunos de los temas que luego ha novelado. Y también otros. Y me lo he acabado en tres días; y es que se hace fácil de leer y siempre logra atrapar la atención del lector (aunque este sonría de forma condescendiente). Se pueden imaginar algunos de los temas: que los viajes de Colón no fueron los primeros, que hubo civilizaciones antes de la

La adopción

La clase se alargó más de lo que yo preveía y llegué apurado al cine. Así que entramos  a ver esta producción española, la única que no había empezado. La peli trata de una pareja que va a Lituania en busca de un niño en adopción. Y obviamente, pasan muchos padecimientos y muchas emociones. El asunto no es tan fácil como les habían dicho y en Lituania, además de nieve, hay corrupción. Y ahí se queda la cosa. Aunque la peli no cae en sentimentalismos fáciles y está bien dirigida y bien actuada, es un poco redundante. Todo se adivina desde el principio. Parece reflejar tan bien la realidad como un documental. Y por tanto, es tan o tan poco interesante como un documental. Salimos del cine tristes. De camino a casa, hablamos de otros niños y de otras madres.

Iba en serio

El “Antonio Ferrandis” de Paterna, teatro municipal, estaba lleno a rebosar. Mayoritariamente, señoras de las que ven Telecinco; pero también chicos guapos de pantalones ceñidos. Yo, que soy un tipo feo, también iba con los pantalones ceñidos. Casualidades de la vida.  Al parecer, ha sido así durante toda la gira. Teatros públicos y llenazos. La crítica ha sido menos  benévola. Y es que la obra no da para más. El Jorge Javier es un tipo listo y tiene su vanidad, como todo el mundo. Y ha debido invertir mucho dinero y mucho tiempo para representarse a sí mismo, para cantar y bailar su propia biografía. Y creo que el asunto ha quedado medianamente digno, aunque no tenga demasiado interés (salvo para las señoras esas que ven Telecinco). El presentador se ha rodeado de un excelente equipo (Juan Carlos Rubio en el guión y la dirección, Kiti Mánver de parteneur y tres tíos buenorros que cantan y bailan a su alrededor). Hay algunos toques de humor y de ternura y la cosa se nos olvidará pr

Truman

Todos vamos a morirnos. En esa certidumbre se basa la vida. Y todo lo pensado e inventado por el hombre: los dioses, el arte, la filosofía…  no deja de ser una preparación para ese fin tremendo y sublime. Cada uno de nosotros tiene una fecha escrita en algún calendario  cubierto de polvo, bajo un montón de papeles y de libros viejos.  A algunos, la medicina les informa con cierta precisión de esa fecha. No sé si considerarlos afortunados. Supongo que depende de lo que hayan hecho en la vida, de lo que hayan aprendido. En “Truman”, un actor bohemio, manirroto y gorrón (Darín), decide no tratarse del cáncer que le aqueja. Y su amigo formalote y cumplidor (Cámara) vuelve a Madrid, desde la emigración, para intentar convencerle de que lo siga intentando. Este planteamiento, que podría degenerar en un dramón infumable, acaba siendo una comedia suave y tierna, con el humor y la lágrima justa. Y es mérito de Cesc Gay, del que solo había  visto “Una pistola en cada mano”, que ya reseñé

Más teatro.

Seguimos con el Olympia, porque hemos ido más veces al teatro en este otoño caluroso y largo. Y el público con el que compartimos sala suelen ser jubilados activos, de los que tienen tiempo y dinero para acudir a la limitada oferta teatral de la tercera ciudad de España. Bueno, quizás la segunda. Vimos y disfrutamos “Buena gente”, una obra escrita en 2011 por el Pulitzer David Lindsay-Abaire y que ha sido adaptada y dirigida por David Serrano, para mayor gloria de Verónica Forqué. La obra juega con el contacto entre las clases bajas y las clases altas. Es decir, entre los que han ido tomado decisiones malas y los que han ido tomando decisiones buenas a lo largo de la vida, según diría un darwinista social. O bien, entre los que han tenido mala suerte y los que han tenido buena suerte, según diría un sabio. La Forqué es de los de abajo, porque es buena gente y siempre se ha ido equivocando, de tan buena, de tan simple. Y se encuentra con un antiguo noviete de barrio, de los que h

Botifarra en el Olympia de Valencia.

Merche volvió a acertar cuando propuso ir al Olympia a escuchar a Pep Gimeno “Botifarra”. Nos habían hablado de él algunos amigos valenciano parlantes; pero no lo habíamos escuchado nunca. Cuando empecé a bucear en Youtube , para preparar el concierto, comprendí algo del por qué del éxito del cantaor de Xàtiva. “Botifarra” ha dedicado su vida a recopilar la música tradicional valenciana. La de su comarca y las de alrededor, lo que llaman “Cant d’arrel valencià ”; pero también las viejas ocurrencias en los pueblos, las palabras de los abuelos “els güelos”, los trabalenguas. Es músico popular, paremiólogo y contador de historias y “succeïts”. Como han dicho de él, se ha convertido en una fonoteca con piernas del valencià central. Asumió la tarea colosal e imposible de salvar una parte importante de la lengua del olvido a la que lo condenaba la diglosia y la falta de transmisión generacional. Pero además, la fonoteca tiene una voz que llena las calles y los teatros. Y parece ser lo que

El minotauro global

Compré este libro antes de que Varoufakis se hiciera famoso. Pero lo leí durante los primeros meses del 2015, cuando Tsipras y Varoufakis intentaban renegociar la deuda griega. Me interesaba conocer algo de las opiniones del tipo que salía tanto en la tele. No hay demasiados economistas con renombre académico que bajen al barro a resolver problemas económicos reales y que además queden tan fotogénicos en la pantalla. Seguro que los usureros del Norte tenían envidia de su moto, de su bronceado y de su camisa ceñida. Como se sabe, Varoufakis acabó dimitiendo en julio de 2015 y Tsipras acabó tragando con muchas de las condiciones que los usureros le imponían. Al parecer, Varoufakis ha trabajado en Teoría de Juegos; pero “El Minotauro global” trata de la gran economía, lo que se solía llamar “Economía política”, antes de que la economía se disfrazara de ciencia. El libro analiza un enigma que está en el centro de nuestra historia contemporánea: cómo ha podido la economía norteameric

Distintas formas de mirar el agua.

A la vuelta de la última excursión por la Navarra pirenaica, cruzamos la rivera del Aragón. Había pintadas en las paredes de los pueblos, que gritaban “Yesa No”. Quizás yo era el único del bus que sabía a qué se referían. Desde hace unos años, sobre aquellos pueblos, en especial, sobre Artieda, planea la amenaza de la ampliación del pantano de Yesa. Es decir, la amenaza de ser expulsados de sus casas. Como ya ha pasado tantas veces en otras riveras, en otras montañas. Hasta ahora, había sido mi-nuestra “Ronda de Boltaña” la que, con más sensibilidad, con más pasión, con más rasmia, había cantado sobre los pueblos inundados, sobre el forzado éxodo. Recuerdo cuando visitamos  las ruinas de Jánovas. Un paseo silencioso entre aquellas paredes dinamitadas por la guardia civil. Son un impresionante memorial a las infamias cometidas contra los montañeses, en nombre del progreso, en  nombre del llamado “déficit hidráulico”. En el último disco de “La Ronda”, el segundo track, “La dama de

Los cosacos de Ucrania

Cuando era pequeño, me impresionaban sobremanera los bailes “rusos”. Especialmente, ese paso en el que el danzante, agachado en cuclillas, lanzaba las piernas hacia adelante con brío poderoso. Por supuesto, intentábamos imitarlo, pero el culo acababa en el suelo. Con los años, aprendimos que  no servíamos para bailar.Y que el adjetivo “ruso” cubría como una pesada manta, a muchas y distintas naciones, que no eran rusas y que también bailaban, cantaban y bebían alcohol a mares. El viernes por la noche, casi por casualidad, fuimos al Olympia a ver un espectáculo de música y danza titulado “Los cosacos de Ucrania”. El teatro estaba casi vacío, supongo que conseguir público en agosto es tarea ardua. Todo fue muy folclórico y sencillito, algo pobretón y artesano; pero la actuación nos gustó. Cuatro parejas de danzantes saltaban y lanzaban las piernas con brío y ritmo. Música alegre, baile trabajado y exigente. Trajes regionales. Y esas sonrisas eslavas, tan inquietantes. De vez en cuando ca

Pelis del verano

A modo de inventario, más que de reseña o recomendación, hago un listado de las pelis que hemos visto este verano.  En el cine familiar que monta Geli en la terraza, “La cena de los idiotas”(1998) y “ Doble atraco” (2011). “Le Dîner de Cons” fue originalmente una obra de teatro de Francis Veber, que él mismo llevó al cine. En teatro hay numerosas versiones. En cine, parece ser que hay un remake norteamericano. Estoy casi seguro que la versión francesa, la que vimos, es mejor. Y es que es muy buena. Los que siempre nos hemos considerado a nosotros mismos muy listos deberíamos ver esa peli.  Varias veces. “Flypaper”, en cambio, me gustó menos. Es una comedia con el siguiente argumento: dos bandas coinciden en un atraco con rehenes. Y entre los atracadores y los rehenes se ponen a resolver una serie de misterios improbables. Aunque me suelen gustar esas historias modelo “ Diez negritos”, todo me pareció demasiado forzado. Lo mejor, la Ashley Judd, una guapetona que, al parecer, tiene

Cuestión de actitud (Xénia)

Con la excusa de la visita de mi primo, salimos al cine y a cenar. Supongo que, como anfitriones queríamos que tuviera un sábado de julio   especial. Y tanto la peli como la cena fueron distintos de lo habitual. Vimos una peli griega y cenamos en un restaurante thai. A mi primo, le gustó más la película que la cena. Yo no podía evitar acordarme de la novela de la novela de Márkaris “Hasta aquí hemos llegado”, porque trata de unos hermanos greco-albaneses de segunda generación. Es decir, el viejo tema de los extranjeros en su propio país. Por añadir más temas sensibles, el hermano menor es gay, lo que complica un poco más las cosas. Andan en busca de su padre perdido en la infancia, y por el camino cantan canciones italianas. Es decir, una cosa un poco petarda y extravagante. Pero la peli tiene ritmo, se recrea en su desfachatez y recuerda un poco al Almodóvar bueno. Solamente le sobraron unos 20 o 30 minutos de metraje.