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Mostrando entradas de 2013

"Una familia de Tokio"

Mi antiguo alumno Emilio me contaba que el japonés es una lengua extremadamente difícil. Irregular, con varios sistemas de escritura, llena de asunciones y de autoreferencias. Vivió allí durante unos años y percibió que ese factor, la dificultad de la lengua, era uno de los que más perjudicaba a la economía nipona por la imposibilidad de los extranjeros para incorporarse a la vida normal de las empresas. Sospecho que además de la lengua, hay tantas cosas distintas que un occidental nunca podrá sentirse plenamente japonés. Quizá ese carácter inescrutable y misterioso hace tan interesantes a las películas de allí. Vemos cosas nuestras: costumbres, muebles, modas, mezcladas con  reflejos de un mundo radicalmente distinto. Y todo empapado de una sutilidad que se antoja mágica. Todavía recuerdo con cariño "Despedidas" . En "Una familia de Tokio" hay mucho de esa mezcla de costumbres y mucho de esos movimientos certeros y sutiles. Al parecer, es un remake de "Cuent

Operación dulce

Hacía tiempo que no leía. O mejor dicho, hacía tiempo que no leía gran literatura. Porque por la mesita de noche ha andado la célebre “El diario de Bridget Jones” (1996) de Helen Fielding, y últimamente, he empezado en el kindle “Guía del autoestopista galáctico” (1978) de Douglas Adams. Cuando digo gran literatura me refiero a esos libros que te impresionan profundamente, que inútilmente intentas desmontar como si fueran un acertijo, libros que parecen fáciles pero que no podrías haber escrito aunque hubieras dedicado toda tu vida a esa artesanía sutil y prodigiosa. Me refiero a esos libros a los que llegas por recomendación de un buen librero, como Miguel. Mc Ewan usa la estructura de las novelas de espionaje para captar la atención. Y aparentemente, se trata de una historia de espionaje. Los primeros 70, la Inglaterra gris y dubitativa, azotada por el terrorismo del IRA, las protestas obreras, los miedos de la pequeña burguesía a que todo se desmorone. La protagonista

Blue Jasmine

Quizá no sea la mejor peli de toda su filmografía; pero sí la mejor de las últimas. Vuelve a haber algo más que oficio: vida, personajes creíbles, un humor ácido y doloroso y esa manera inconfundible de buscar las pelusillas que hay debajo de la alfombra de nuestro bienestar conformista. Y gran parte del invento se basa en una grandiosa Cate Blanchett, que interpreta a la hermana triunfadora, en contraposición a Sally Hawkins, la hermana feúcha, que aporta el necesario contrapunto. Y es que la historia trata de los de arriba y de los de abajo, algo raro en la obra de Allen. Los del “White collar” frente a los del “Blue collar”, según dicen allí. Y como se explica en los diálogos de la peli, que copian el discurso dominante: la genética buena frente a la defectuosa. Los que triunfan frente a los que fracasan. Pero los que triunfan lo hacen robando, aplastando a los demás. Son, en el fondo, los verdaderos “loosers”, los que nos llevarán (nos están llevando) al desastre a tod

El último concierto.

¡Ay de aquel que nunca haya tenido ninguna afición! ¡Pobre del que nunca se haya esforzado para dominar algún arte! El que nunca haya intentado dibujar, cantar, tocar un instrumento, actuar, cocinar o jugar al ajedrez no sabe lo que se ha perdido. Y digo intentar, porque en el intento es donde está la sal que hace la vida más feliz. Y los más felices entre los mortales son aquellos que el arte ha hecho suyos: los artistas, los profesionales, los que han dedicado una vida entera a un oficio creativo. Los que han sido siempre prisioneros. En su esclavitud quizá han sido libres, luminosos.   “A late quartet” trata sobre ellos. Sobre los profesionales muy cualificados: un cuarteto de cuerda en el final de su historia. Cuando tiene que parar la música y salen los demonios que llevan dentro. Zilberman narra todo esto con sutilidad e inteligencia. Aunque la peli tiene algunos altibajos, valió la pena ir a la sesión golfa de los D’Or.

Vivir es fácil

Era al principio de una primavera triste. Estábamos acabando de comer, en un restaurante de Benicàssim. El mar se veía a través de la ventana. En la mesa de al lado, se sentó un grupo. Todo el mundo se les quedó mirando. Uno de los recién llegados se sentó casi con su espalda contra mi espalda. Había poco sitio y las sillas se rozaban. No nos habíamos dado cuenta de quiénes eran. Andábamos desatando nuestras propias tristezas,  junto al Mediterráneo. Al oír la voz del nuevo comensal, justo detrás de mí, la reconocimos inmediatamente. Era Serrat. Una comida de amiguetes. Paella o fideuà, supongo. Nos pareció identificar también a David Trueba y a Manuel Vicent. Quizá nos equivocamos. Nosotros habíamos comido bien; pero el domingo era raro, allí en Benicàssim, en mi memoria. Parece que fue hace mucho tiempo. Cuento esto porque sigo con lo del cine español. Y acudimos a ver la última de David Trueba la semana pasada. Nos gustó. La peli toma el nombre del verso “ Living is e

Homenaje a José Luis Sampedro.

La semana pasada tuvo lugar en el Centro Cultural La Nau de la Universitat de València un homenaje a José Luis Sampedro. Lo organizaban algunas de las personas y entidades con las que más contacto había tenido el célebre escritor: la librería Primado , Salvem el Cabanyal , Radio Klara o la cartelera Turia . Yo pude ir a la sesión del martes. Se usó el paraninfo, una sala que, guardada por retratos de los severos rectores del Estudi General , asusta un poco al entrar. Construido en el XVII, sus tarimas y moquetas han visto una parte importante de la historia del cap i casal. El otro día oyeron palabras agradecidas sobre un hombre bueno. Y lo más impresionante es que todo lo que allí se rememoró eran anécdotas, esfuerzos y vivencias de un hombre que ya había pasado los ochenta y que seguía lúcido, generoso, amable. Su vida fue un gran homenaje a la vida. Ya hemos escrito antes sobre Sampedro. Como profesor de economía , como premio Nacional de Literatura , como conferenciante