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"Una familia de Tokio"

Mi antiguo alumno Emilio me contaba que el japonés es una lengua extremadamente difícil. Irregular, con varios sistemas de escritura, llena de asunciones y de autoreferencias. Vivió allí durante unos años y percibió que ese factor, la dificultad de la lengua, era uno de los que más perjudicaba a la economía nipona por la imposibilidad de los extranjeros para incorporarse a la vida normal de las empresas. Sospecho que además de la lengua, hay tantas cosas distintas que un occidental nunca podrá sentirse plenamente japonés. Quizá ese carácter inescrutable y misterioso hace tan interesantes a las películas de allí. Vemos cosas nuestras: costumbres, muebles, modas, mezcladas con  reflejos de un mundo radicalmente distinto. Y todo empapado de una sutilidad que se antoja mágica. Todavía recuerdo con cariño "Despedidas".

En "Una familia de Tokio" hay mucho de esa mezcla de costumbres y mucho de esos movimientos certeros y sutiles. Al parecer, es un remake de "Cuentos de Tokio" de Ozu; que no he visto. Así que no puedo juzgar hasta qué punto la adaptación es valiosa o no. A mí me gustó, porque en la pantalla vi la vida tal cual, bien contada, sin manierismos ni sensiblería innecesaria. Una pareja de ancianos van a ver a sus hijos a la gran capital. Y a través de ellos, comprendemos que nuestros padres, que nosotros, que todos, envejeceremos y moriremos. Solos, como cuando nacimos. El argumento está bien estructurado y los tiempos bien medidos. Es una película tan bien acabada, tan bien hecha, que me aburrió un poco. Me sentí nadando en un mar de melancolías nocturnas, lejos de todo y de todos. Cansado. 

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