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Mostrando entradas de noviembre, 2010

Chloe.

El sábado, huyendo de la lluvia y de las soledades, nos metimos en el cine, nos comimos unos bocatas y vimos esta coproducción norteamericana. Es una historia sobre pasiones femeninas, sobre la belleza y el deseo, sobre la infidelidad y sobre los celos, y especialmente, sobre el vacío de la vida de cualquier pareja. En este caso, gente bien y guapa de un Toronto nevado y tristón. Parece ser que es un remake que le encargaron a Egoyan de la peli francesa Nathalie. Me supongo que este pulió las escenas de cama y eligió a las actrices. La pareja de protagonistas, la Seyfrend y la Moore, sus cuerpos, sus miradas, sus labios... son lo mejor de la peli. Ocultan totalmente al Neeson que hace de galán madurito y deseado. El problema es que la historia se va desenfocando conforme avanza la peli y el final queda falso y prematuro, sin que uno, que es muy primario, vea qué hay de thriller y qué hay de historia calientacorazones.

Ernest Lluch: Las Españas vencidas...

El próximo domingo se cumplirán 10 años del asesinato del político y profesor Ernest Lluch. Lluch fue Ministro de Sanidad y Consumo en la primera legislatura del PSOE. Muchos han advertido las abisales diferencias en formación y currículo entre Lluch y la actual ocupante del cargo. Son buen reflejo del empobrecimiento intelectual y profesional en las cúpulas de los dos grandes partidos de este duopolio postmoderno y gürteliano. Lluch fue uno de los que intentó introducir en la paupérrima universidad española de los 70 el discurso y la investigación que se hacía en el mundo civilizado. No sé si lo logró. Influyó poderosamente en la Universidad de Valencia, una de cuyas cátedras de economía ocupó en 1974. Trabajando en mi tesis, leí "La via valenciana"(1976), conjunto de ensayos que cambió radicalmente la manera de ver el desarrollo industrial valenciano del final del XIX y principos del XX. Pero la obra de Lluch que más me impresionó fue "Las Españas vencidas del XVIII&q

Seis problemas para don Isidro Parodi (1942)

Recuerdo perfectamente lo primero que leí de Borges: una edición de " Ficciones " en una colección de literatura latinoamericana. A precio de saldo (era la primera entrega rebajada), tenía en mis manos algo que me pareció insólito, mágico. Leí y releí " Tlön, Uqbar, Orbis Tertius ", el mundo dentro del mundo, como reflejo infinito, como metáfora deslumbradora del todo y también " Pierre Menard, autor del Quijote ": el juego ingenioso de la literatura y las referencias apócrifas y llenas de poder. Yo era por aquel entonces un adolescente, fascinado por las matemáticas y por los juegos matemáticos y Borges aparecía como el sumo sacerdote de un dogma agudo y hermoso. Luego leí más cosas del ciego laborioso y engreído, y conocí los claroscuros de su biografía; pero nunca perdí la devoción a su cábala ambiciosa y brillantes Y obviamente, llegué a Bioy Casares a través de su compatriota. Y claro, después de lo de " no sería una imprecisión o una hipérbole c

V de Vendetta

¿Quién me ha visto y quién me ve? ...comentando una peli de la tele. Antes, cuando era más joven, cuando no tenía tele, solo comentaba las pelis del cine o del vídeo club, ahora solo me falta el gato y la chimenea... Claro, que en este caso concreto, el hecho de que una tele (la pública) emita como peli del domingo algo con tanto contenido político y polémico, asombra y reconforta. Porque la clave del asunto es que el argumento convierte a un terrorista (alguien que pone bombas y mata miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado) en un héroe. Además, en un héroe interesante y muy cinematográfico, a pesar de los monólogos pseudocultos con que lo hacen apechugar. El mérito ¿como no? está en el cómic original de Alan Moore, que fue quien imaginó esa Inglaterra postnuclear, distópica y fascista. Recuerdo lo que me impresionó hace muchos años una breve historieta basada en el relato "Repent, Harlequin!" Said the Ticktockman", con tema parecido: el héroe individua

"Bizancio", de R.J. Sender.

Las aventuras de los almogávares son una parte importante de los mitos identitarios de los aragoneses y los catalanes, del mismo modo que el Cid o Hernán Cortés lo son de los castellanos o Zumalacárregui de los vasco-navarros. Los almogávares eran unas tropas mercenarias que participaron como fuerzas de choque en la expansión de la Corona por el Mediterráneo durante el XIII y el XIV. La "famosa pátina del tiempo" y la historiografía romántica fueron exagerando la imporancia y la presunta invencibilidad de estos montañeses, expertos en degollar enemigos, en robar tesoros y en violar niñas. Así que más pronto o más tarde, me tenía que leer el grueso novelón que el gran escritor altoaragonés Sender le dedicó a sus aventuras en el Imperio Bizantino. Después de varias semanas de valientes acometidas, lo he acabado en este puente lluvioso y triste. No me he encontrado con una novela histórica al uso, la que hubiera podido escribir el lenguaraz Pérez Reverte, españolizando a los a