Los recuerdos, siempre los recuerdos. La memoria se apodera de nosotros. Nos hace como somos, felices o infelices. Reelaboramos esos recuerdos y los reconstruimos hasta llegar a la falsedad, el bendito autoengaño. El pasado como un lastre, como una oportunidad. Nos sentimos culpables de lo que hicimos o de lo que no hicimos y de lo que hicieron o no hicieron los que nos acompañaban en cada momento de nuestras vidas. Supongo que la iluminación de la que hablan los maestros orientales es una especie de purificación-limpieza de la memoria, es decir, del alma. En 2017, vimos “El sentido de un final”, una peli británica basada en una novela breve de Julian Barnes: “The Sense of an Ending” (2011). La peli trata el tema del anciano descubriendo o redescubriendo hechos del pasado que creía que habían ocurrido de otra manera. Me resultó interesante y entretenida, aunque algunas partes de la historia eran previsibles. Me gustó mucho la interpretación de la pareja de protagonistas: Jim B...