Varios autores de novela
negra-policíaca han situado a sus detectives protagonistas en el extranjero. Proporcionan a sus lectores una visión más o
menos anecdótica de países lejanos e interesantes. El más célebre es el
comisario Brunetti, de Donna Leon, que resuelve casos en su ciudad natal,
Venecia. Buen destino para el turismo virtual que toda novela supone. Creo que,
hace unos años, leí “Acqua Alta”. Investigo un poco y descubro que la norteamericana
tuvo un predecesor en el británico Michael Dibdin y su detective Aurelio Zen. En
el éxito de ambos, hay mucho del afán de los lectores anglosajones por
comprender cosas de ese cálido y anhelado sur.
El californiano Jason Webster ha
seguido la estela de los anteriores y ha creado el personaje del inspector Maximiliano
Cámara, que resuelve casos en Valencia. Supongo que Spain está un poco por
debajo de Italy y de Greece en el ránking de lo típico y de lo mediterráneo. Así
que hay que agradecerle el intento. Para su primera novela “Or the Bull
Kills You” (2011) usó el tema evidente de la tauromaquia. Para su segunda
novela valenciana, ha usado, obviamente, el tema de la corrupción.
“A death in Valencia” (2012) tiene lugar durante la visita del Papa
de julio de 2006. Con amabilidad, el autor ha transformado el accidente del
metro en el derrumbe de un edificio y ha cambiado el nombre y las costumbres
sexuales a nuestra indescriptible alcaldesa. El tema del aborto juega cierto
papel en el argumento, así que la novela me ha obligado a reflexionar sobre la
ley que el actual gobierno pretende.
La trama tiene que ver con la
destrucción del Cabanyal, que Webster conoce bien, por haber vivido en la
ciudad. De hecho, creo que en algunas de sus páginas capta bien la imbecilidad
de nuestros dirigentes locales. “It felt good to be back in this
part of the city: the area had a villaje-like feel to gave i tan elegance and
sense of history that was hard to find in all parts of Valencia. More reason,
he thought, for the Town Hall to want to pull swathes of it down. Like
tyrannical rulers of the ancient wold, the authorities had a crazed need to
destroy anything that had been made before their rule, setting the clock to
zero in order to remake the city in their own, shining, modern,
reinforced-concrete image.”
Leer sobre tu ciudad y tu sociedad
es simpático y cómodo. Por ejemplo, la novela cita “El polp”, o “La Pascuala”,
lugares donde he pasado buenos ratos; pero no deja de ser cierta concesión a la
pereza. Supongo que es lo propio de estas fechas.
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