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Mostrando entradas de octubre, 2013

Todas las mujeres

Desde que el ministro Montoro dijo lo que dijo sobre el cine patrio, entro a ver las pelis españolas, aunque tengan mala pinta. Y es que lo correcto suele estar en la dirección contraria a lo que digan estos malvados. Y lo mejor del asunto es que, de vez en cuando, te encuentras alguna cosa que vale la pena. Así ha sido con este estreno. Casi todo me pareció bueno: la historia, los actores (especialmente la Petra Martínez) e incluso la narración y el montaje. Y eso que, según me enteré después, se trata del refrito condensado de una serie que Barroso ya hizo para TV en el 2010 y que pasó desapercibida. Me da la impresión de que le han quitado el adorno y le han dejado lo fundamental: los apuros del personaje interpretado por Fernández, un cuarentón fracasado y manipulador, que se mete en líos por cobarde y mentiroso, es decir, un hombrecillo normal. Paradójicamente, este montaje teatral abreviado logra lo que quizá no consiguió la versión larga.   A través de los encue

Las brujas de Zugarramurdi

Quizá, lo que más me ha gustado de Alex de la Iglesia es su única novelita publicada: “Payasos en la lavadora”. Narra las aventuras alcohólicas y estupefactas de su álter ego, el escritor Satrústegui, durante la semana grande de Bilbao. Aquellos que hayan vivido alguna vez esa extraña sucesión de días locos, alucinantes y alucinados, en los bares y en las barras de fiestas populares como San Fermín o las Vaquillas de Teruel, pueden dar fe de que el librito capta algo de todo eso. Esos días y noches  de felicidad demente, irracional, de sentidos y moral abotargados, de brutales y felices resacas. A favor de su obra cinematográfica, se puede decir que ha inventado algunas cosas interesantes. En concreto, un subgénero que parodia lo gore y lo gótico y que funciona bien en taquilla. Tratándose de cine español, es mucho decir. En contra, una característica de todas sus películas (al menos de las que yo he visto) que después de la primera media hora, la cosa va decayendo y empi

Neorurales: “Una casa en Córcega”.

Una de las canciones más impresionantes de la “Ronda de Boltaña” comienza así “Siempre que se muere un roble allá en el bosque, pierde un viejo dios mi pequeña nación; siempre que nos nace un niño, el futuro se hace bosque, y entre robles corretea un nuevo dios”. Para escuchar en directo a la Ronda, nos subimos al Vallivió, posiblemente el valle más despoblado del Pirineo aragonés, esa tierra tan hermosa y tan desconocida. Y conocimos a David y a Raquel, que han construido en aquellas montañas desoladas, su hogar. Y que han sido papás. Ellos, como otros muchos neorurales, han sido valientes y han ido en busca de sus sueños. Con mucho esfuerzo, día a día, invierno a invierno. A devolver la vida a una plantica que parecía casi muerta. A demostrar que todo es posible. Es difícil describir lo que vivimos cuando la Ronda fue a cantar a su puerta. El título en francés de “Una casa en Córcega”, aunque menos comercial, describe bien dónde nos está esperando el mundo rural: “Au

El tema del amor.

El cortejo, el enamoramiento, la pasión, los genes egoístas de Dawkins haciendo su trabajo brutal y desmesurado a través de las hormonas, de las neuronas, del polen y de las abejitas. La vida hirviendo. El deseo. Las ganas de follar. Y con ellas, toda la literatura, la poesía toda,  toda la música y todo el arte humano, y a través de ellos, la vida, que arde por ser vivida y por perpetuarse a través de los amantes, ciega, mágica, masiva,  divina. El sábado fuimos al musical "Grease". Una historia de hormonas y galanteo, de polen y de abejitas, que todos los de mi generación conocen a través de la celebérrima peli de Kleiser (1978), con Travolta y Olivia Newton-John. Yo no sabía que la obra ya fue en su origen un musical, que funcionó bien desde su estreno en 1972. Más de una chica me ha confesado que se sabía las canciones y las escenas de la peli de memoria. Con tal sustrato, no me extraña el éxito de la actual producción. Al parecer, la han llevado hasta Teruel. Dos ses