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Mostrando entradas de junio, 2015

Tablas por segundos.

En algunos medios, se habla últimamente del holocausto. O mejor dicho, de los chistes malos sobre él. Si, después de tanto esfuerzo ,  todo lo que han podido encontrar para comprometer a los nuevos concejales ha sido esto, los humoristas yiddish que flotan sobre los cielos de Polonia y los caricaturistas republicanos de las cunetas españolas deben estar meándose de la risa. Aunque me temo que los que siempre han mandado en nuestras grandes ciudades confían más en inesperados accidentes de bicicleta como arma política que en rebuscar en las hemerotecas del mundo virtual. En las últimas semanas he leído esta novelita breve ambientada en el holocausto. Se trata de la obra más celebrada del judío lituano Icchokas Meras (1934-2014), uno de los pocos  supervivientes de aquella comunidad. De adulto, se dedicó a la ingeniería y a la literatura como hobby. Según la wikipedia, escapó a Israel en 1972. Supongo que compré el librito de saldo porque en la portada y en el títu

Hasta aquí hemos llegado (Petros Márkaris)

Como me gustó “Con el agua alcuello” , repetí con la que parece que va a ser la última novela protagonizada por Kostas Jaritos, comisario de homicidios en Atenas. Jaritos es un poli bueno, que sigue los procedimientos, que confía en sus hombres y que se toma un café con leche y un cruasán a mitad de mañana. Como ya tiene muchos trienios de experiencia, aplica el sentido común y su conocimiento del alma humana   para resolver los crímenes que van entrando en su negociado, mientras se preocupa por llegar a final de mes y por tener a su mujer contenta. O sea, esquemas típicos del género, contados con una prosa fácil y muchos aciertos estilísticos. Por ello, la saga ha dado fama a Márkaris y le ha servido para retratar con sutilidad y eficiencia la crisis y la transformación de la sociedad griega. Precisamente, las últimas novelas de la saga   son las que han tenido más éxito. Los recortes que la troika impone al estado griego llegan a todas partes: a la jubilación de Jaritos,

El artista (Joaquín Carbonell)

No pude acudir a la presentación de este libro en la Librería Primado ; pero no dudé en comprarlo en cuanto Miguel me lo mostró. Y es que todo lo que hace mi paisano Joaquín Carbonell me parece interesante . Precisamente, de paisanos y del paisanaje trata la última obra del bajoaragonés, que he leído con rapidez y gusto. Supongo que la novela tiene mucho de autobiográfico. Si no en todos los hechos narrados, sí en el aire general de la historia. La trama se apoya en aquella contraposición tan antigua entre lo universal y lo local y que, en lo creativo, sería el contraste entre la gran cultura y los reflejos de esta en la cultura popular. Supongo que Carbonell le ha dado muchas vueltas al tema. Al fin y al cabo, ha hecho cosas que podrían ser consideradas muy “locales“; pero siempre se ha esforzado en que todo su trabajo atendiera a motivaciones más amplias.  La novela cuenta la historia de Antonio Zaera, originario de Andorra, la de Teruel. Huyendo de la mina y las

Misterioro asesinato en casa de Cervantes

Por mi cumpleaños, me regalaron esta novelita, del prolífico Eslava Galán, al que ya hemos reseñado aquí.  Y la he disfrutado. Y es que el autor jienense está muy puesto en la vida y época cervantina, como ya pude apreciar en “El comedido hidalgo”.  La novela parte del hecho histórico del asesinato de Gaspar de Ezpeleta, la noche del 27 de junio de  1605, en la puerta de la casa de Cervantes en Valladolid, la corte en aquellos años. Todos los vecinos, incluyendo a la familia del autor del “Quijote” fueron detenidos. Al parecer, por la fama de putas de las llamadas “Cervantas”. Fueron liberados unos días después y definitivamente, se cerró el asunto el 18 de julio.  Eslava Galán fabula sobre la resolución del crimen a cargo de admiradores y amigos de Cervantes y logra un argumento resultón y entretenido. Echa en la olla todos los ingredientes que encuentra en el imaginario histórico de la época de Felipe III de Castilla: clérigos, pobres, coimas, espadachines, int

Nuestro último verano en Escocia

Merche sabía lo que buscaba cuando propuso esta peli: final feliz, niños graciosos, conflictos familiares que se arreglan. Y lo encontró. Porque todo está planeado para acabar bien y para dejarte un buen sabor de boca del que uno desconfía. Pero es que es difícil resistirse al trío de niños protagonistas. Las anécdotas y ocurrencias infantiles le dan ritmo a la historia y justifican un desenlace poético y elegante.  Eché de menos que Hamilton y Guy, los directores, no hubieran intentado sacarle más partido a Billy Connolly, que interpreta al abuelito que los niños van a visitar. Y el abuelito está jodido. Se va a morir. Supongo que tratar más profundamente el tema de la muerte y de la preparación para ella, que en eso consiste la vida, le hubiera quitado gracia a la comedia. Pero es que el personaje daba para eso y para más y también los paisajes. Ese mar, ese camino, que escribiera el poeta. Al ver esos paisajes y ese mar, yo no podía evitar recordar el viaje del 96