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Hasta aquí hemos llegado (Petros Márkaris)



Como me gustó “Con el agua alcuello”, repetí con la que parece que va a ser la última novela protagonizada por Kostas Jaritos, comisario de homicidios en Atenas. Jaritos es un poli bueno, que sigue los procedimientos, que confía en sus hombres y que se toma un café con leche y un cruasán a mitad de mañana. Como ya tiene muchos trienios de experiencia, aplica el sentido común y su conocimiento del alma humana  para resolver los crímenes que van entrando en su negociado, mientras se preocupa por llegar a final de mes y por tener a su mujer contenta.

O sea, esquemas típicos del género, contados con una prosa fácil y muchos aciertos estilísticos. Por ello, la saga ha dado fama a Márkaris y le ha servido para retratar con sutilidad y eficiencia la crisis y la transformación de la sociedad griega. Precisamente, las últimas novelas de la saga  son las que han tenido más éxito. Los recortes que la troika impone al estado griego llegan a todas partes: a la jubilación de Jaritos, a los medios con los que trabaja y a los asesinatos que resuelve. Los europeos del norte exigen que se les devuelva el dinero que tuvieron que aportar para salvar a los bancos del norte que habían prestado dinero a los del sur.  Pero ni la economía griega ni la economía española podrán pagar nunca la deuda, mientras sigan en la jaula del euro. Nunca. Y Jaritos ahora tiene que ir a la escena del crimen en transporte público, y ve cada  día más mendigos rebuscando en la basura.

En el argumento de “Hasta aquí hemos llegado”, se introducen dos temas sugerentes que acompañan a la trama principal. El primero es la xenofobia que se ha apoderado de una sociedad griega empobrecida y que busca culpables de su fracaso. Esa xenofobia, se expresa políticamente a través de los matones de “Amanecer dorado”, esperando su oportunidad de tomar el poder y de ajustar cuentas con la historia. El odio de los pobres hacia los paupérrimos, por usar palabras de la novela. Especialmente triste al tratarse de Grecia, otro país de emigrantes, como España.

El segundo tema, que también admitiría paralelismos con la situación española, es la presencia, en el trasfondo de la novela, de unos acontecimientos históricos tan recientes que todavía siguen marcando las relaciones sociales. En el caso de Grecia es la sangrienta guerra civil posterior a la ocupación nazi y las represalias de la dictadura contra los activistas de izquierdas. Esa violencia histórica y cercana se refleja en la trama. Del mismo modo, sigue presente en la sociedad española, como una oscura humedad que empapa las paredes, sin ser reparada del todo, sin ser perfectamente identificada.

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