Como me gustó “Con el agua alcuello”, repetí con la que parece que va a ser la última novela protagonizada
por Kostas Jaritos, comisario de homicidios en Atenas. Jaritos es un poli
bueno, que sigue los procedimientos, que confía en sus hombres y que se toma un
café con leche y un cruasán a mitad de mañana. Como ya tiene muchos trienios de
experiencia, aplica el sentido común y su conocimiento del alma humana para resolver los crímenes que van entrando
en su negociado, mientras se preocupa por llegar a final de mes y por tener a
su mujer contenta.
O sea, esquemas típicos del
género, contados con una prosa fácil y muchos aciertos estilísticos. Por ello, la saga ha dado fama a Márkaris y le ha servido para
retratar con sutilidad y eficiencia la crisis y la transformación de la sociedad
griega. Precisamente, las últimas novelas de la saga son las que han tenido más éxito. Los
recortes que la troika impone al estado griego llegan a todas partes: a la
jubilación de Jaritos, a los medios con los que trabaja y a los asesinatos que
resuelve. Los europeos del norte exigen que se les devuelva el dinero que
tuvieron que aportar para salvar a los bancos del norte que habían prestado
dinero a los del sur. Pero ni la
economía griega ni la economía española podrán pagar nunca la deuda, mientras
sigan en la jaula del euro. Nunca. Y Jaritos ahora tiene que ir a la escena del
crimen en transporte público, y ve cada
día más mendigos rebuscando en la basura.
En el argumento de “Hasta aquí
hemos llegado”, se introducen dos temas sugerentes que acompañan a la trama
principal. El primero es la xenofobia que se ha apoderado de una sociedad
griega empobrecida y que busca culpables de su fracaso. Esa xenofobia, se
expresa políticamente a través de los matones de “Amanecer dorado”, esperando
su oportunidad de tomar el poder y de ajustar cuentas con la historia. El odio
de los pobres hacia los paupérrimos, por usar palabras de la novela. Especialmente
triste al tratarse de Grecia, otro país de emigrantes, como España.
El segundo tema, que también
admitiría paralelismos con la situación española, es la presencia, en el
trasfondo de la novela, de unos acontecimientos históricos tan recientes que
todavía siguen marcando las relaciones sociales. En el caso de Grecia es la
sangrienta guerra civil posterior a la ocupación nazi y las represalias de la
dictadura contra los activistas de izquierdas. Esa violencia histórica y
cercana se refleja en la trama. Del mismo modo, sigue presente en la sociedad
española, como una oscura humedad que empapa las paredes, sin ser reparada del
todo, sin ser perfectamente identificada.
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