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Mostrando entradas de mayo, 2013

La Caza.

Unos bosques hermosos en un país hermoso. La cuadrilla de amigos, cuya relación se basa en la caza. Niños rubitos, grandes casas, padres felices, buenos comedores y mejores bebedores. Es decir, gente tolerante y tranquila. Me iba dando cuenta de que la peli no se basaba en la novela homónima de Tony Hillerman, sino que la cosa iba a ser más dura, mucho más angustiosa que cualquier historia negra de tiros y de persecuciones. Se podrá afirmar que la peli es un telefilme que se sostiene solamente en el tema principal. Pero es que el tema se las trae: a muchos hombres nos angustia o nos ha angustiado la posibilidad de que nos ocurra lo que le ocurre al protagonista. Es acusado de abusar de una niña. Eso desata una espiral de acontecimientos que atenazan al espectador y sirven al director, Vinterberg, para indagar en las imperfecciones de la sociedad noruega. Uno llega a sentir lástima del hierático Mikkelsen. Y se plantea cuántas veces ha sido injusto al decir aquello de que a “

Rebelle

El blanco es el color de la muerte en la mayor parte de las culturas humanas. Jugando con esa idea, la presencia del blanco manda en la estética de esta excelente película canadiense, emotiva y poderosa. El blanco del protagonista albino Bastien  y el blanco de los fantasmas que la protagonista Mwanza, ve entre la selva esmeralda, en medio de los combates. Fantasmas de gentes degolladas, ametralladas, abrasadas. La peli trata de los niños soldado. Es decir, es una historia dura. Afortunadamente, el director Kim Nguyen no se ha regodeado con las escenas más violentas. Los niños combaten en las filas de un señor de la guerra que comercia con Coltán , el mineral manchado de sangre, que hace funcionar el cacharro con el que escribo esto y la tablet con la que tú lo lees. Quizá la mayor aportación de la peli es el cambio en los modelos narrativos. En especial, el hecho de que no haya europeos (blancos). No hay occidentales que salven a los negros. Pero tampoco hay blancos mal

Ayer no termina nunca.

El amor va y viene, como las lluvias y los soles de esta primavera invernal.   Lo que fue la unión más cálida, se puede convertir en una ruptura abisal. No eres tú, soy yo. Es el niño que murió, es el hijo que no tuvimos. Son las conversaciones tremendas, dándole vueltas a lo mismo. Es el daño que me hiciste y que no te quiero hacer; pero lo hago. Es la resaca del amor que deja, como las olas hermosas, la playa sucia. La peli es una de esas conversaciones agotadoras, empapadas de dolor, como el papel se empapa del aceite de la fritura. Javier Cámara y Candela Peña mantienen un alto duelo interpretativo, como diría un crítico de diario de provincias. Es   un desgarrado diálogo teatral, llevado al cine. Me pareció un poco vacío, demasiado personal, demasiado femenino,  quizás. Me cansé viéndola. Para darle un toque "histórico", que le queda artificioso, Coixet sitúa la conversación en una plausible España del 2017: un país arruinado y sumido en la violencia polít

"On the road" y "Los amantes pasajeros"

En nuestra cultura occidental, las normas sociales han cambiado mucho. Los griegos, esa gente tan lista que inventó las matemáticas griegas, la filosofía griega y la Constitución del 78, consideraban aceptable la pederastia. La esclavitud fue justificada doctrinalmente por el espíritu santo hasta bien entrado el XIX. En algunos estados de los USA, la marihuana es legal, mientras que en otros, te pueden caer 2.000 años de cárcel por dedicarte a la horticultura. Los cambios en las normas pueden ser sutiles o bruscos. La actual crisis sistémica provocará una reformulación de la ideología dominante, en el sentido de Gramsci: hasta los formalitos registradores de la propiedad de nuestras aldeas comienzan a decir que quizá no se deba pagar todas las deudas. Y ya hay algún banquero del Partido en la cárcel (aunque sea por poco tiempo). En los últimos meses, hemos visto en el cine dos pelis relacionadas con el   concepto de norma (norma social) o más bien, de su ruptura y cambio. La m

La Gran Estafa (Alberto Garzón).

Marx expulsó de la historia, de una vez y para siempre, a los unicornios, a los genios de las lámparas y a las hadas madrinas. Ahora sabemos que lo único importante es lo real. Y lo real es la comida. La que hay en el plato de tu hijo comparada con la que hay en el plato del hijo del vecino. Toda la sociología y la ciencia política del siglo XX se basan en ese Schadenfreude . Como todos los economistas clásicos, Marx imaginó que la ciencia lúgubre podría funcionar como la física y que se podrían encontrar las leyes causales que regían la historia humana. Así, predijo que el capitalismo colapsaría necesariamente, víctima de sus contradicciones internas. El futuro de las sociedades estaba tan escrito como el pasado, igual que las mareas o los eclipses son predecibles. Ese dogma fue la nueva religión de algunos de los mejores seres humanos de la historia. Y de algunos de los peores. Así que, cada vez que una crisis hace temblar la pirámide, muchos pensamos que ha llegado el c