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Mostrando entradas de marzo, 2013

Blancanieves

Mal que nos pese, a pesar del olimpismo, de la movida y de Ferran Adriá, la imagen externa de España sigue basándose en gran medida en lo "andaluz". Pero en un arquetipo andaluz edulcorado y asumible. En ese arquetipo, los toros, el flamenco y ciertas representaciones de lo "popular" jugarían un papel central. Se construyó para el consumo exterior (e interior) un conjunto de modelos potentes: lo moruno y exótico en tanto que diferente a lo europeo, lo gracioso, en tanto que subalterno a una identidad "nacional" castellana. Esos temas ocultaban y siguen ocultando una realidad ofensiva: la brutal desigualdad en el reparto de la riqueza en el mundo rural andaluz, el clasismo en la sociedad sevillana, lo arcaico de muchas fiestas "andaluzas", como los toros. Personalmente, cuando hablan de la duquesa de Alba, me acuerdo de una boñiga y me indignan los latifundios de su familia, cuando escucho al Herrera, me parece un señorito gilipollas, cuando

Searching for Sugar Man

Durante la década de los 90, un rockero norteamericano se puso de moda en Sudáfrica.   Especialmente, los afrikaaners jóvenes entendieron sus canciones como himnos. Letras poderosas que les permitían imaginar un país soportable, sin aparheid, que les ayudaban a escapar de su dorada jaula de conservadurismo e injusticia. El rockero Rodriguez se convirtió en una leyenda, como suelen hacer las estrellas del pop-rock. Solo había sacado dos discos, de los que se vendieron cientos de miles de copias, nunca había dado un concierto y al parecer, se había suicidado, como deberían hacer todas las estrellas del pop-rock. En realidad, y ahí, está lo interesante de este documental, el tal Rodriguez trabajaba en Detroit como peón en la construcción. Sin saber nada de lo de Sudáfrica, había renunciado a su carrera musical, convencido de su fracaso. El tipo que quizá igualaba en lo lírico al mejor Dylan y en lo musical a Mc Cartney, vivía en uno de los infinitos barrios de clase media-baja en

Las sesiones

Mark O'Brian necesita cariño de vez en cuando. Desea el contacto de una piel femenina. Le gusta sentirse deseado y seductor y aplica a ello su pícara inteligencia y su mejor sonrisa. Es decir, que Mark O'Brian anda loquito por echar un polvo. Se está pensando contratar una prostituta. Al fin y al cabo, se lo puede pagar. Pero Mark es católico, " educated at Catholicism ", dicen allí. Por ello, se plantea si lo de la puta está bien. Hasta aquí, lo normal para cientos o miles de millones de hombres en todo el mundo. Sin embargo, hay un pequeño problemita. Mark está paralizado de cuello para abajo por una poliomelitis infantil y necesita vivir conectado a un pulmón artificial. A partir de una historia real, Lewin ha construido una peli excelente. Quizá, la mejor que hemos visto en este año que ha comenzado tan cinéfilo y tan hermoso. Y no esperen una historia basada en fáciles trucos emocionales. Hay humor, ternura y vida, mucha vida. Y todo se sostiene en lo bi

Dos días en Nueva York

Elegimos, por eliminación, esta comedia. Yo no esperaba mucho y obviamente, no saqué demasiado. Una francesa (blanca) vive en la gran manzana con un norteamericano (negro). Acude a verla su familia, que son unos franceses (blancos) muy muy muy franceses. Es decir, con poca afición a la higiene, salidos como perras en celo y demasiado pagados de sí mismos. Y que Dios me libre de los tópicos nacionales. La llegada de tal horda desestabiliza la vida de la pareja, que son personas muy cool, dedicados al crecimiento personal y que trabajan en cosas de gente fina y cultureta, como todos los habitantes de Nueva York (disculpen de nuevo el topicazo). Es decir, que la peli va sobre tópicos y sobre los conflictos entre hermanas y entre novios. Los chistes no están mal y la hacen digerible. Pero no deja de ser una peli flojica que se queda muy lejos de las peores obras de Woody Allen, que en cierto modo, podrían ser sus referentes. De hecho, lo dicen hasta en la cartelería. Yo no