Elegimos, por eliminación, esta comedia. Yo no esperaba mucho y obviamente,
no saqué demasiado. Una francesa (blanca) vive en la gran manzana con un
norteamericano (negro). Acude a verla su familia, que son unos franceses
(blancos) muy muy muy franceses. Es decir, con poca afición a la higiene, salidos
como perras en celo y demasiado pagados de sí mismos. Y que Dios me libre de los tópicos nacionales.
La llegada de tal horda desestabiliza la vida de la pareja, que son personas
muy cool, dedicados al crecimiento personal y que trabajan en cosas de gente
fina y cultureta, como todos los habitantes de Nueva York (disculpen de nuevo
el topicazo). Es decir, que la peli va sobre tópicos y sobre los conflictos
entre hermanas y entre novios. Los chistes no están mal y la hacen digerible.
Pero no deja de ser una peli flojica que se queda muy lejos de las peores obras
de Woody Allen, que en cierto modo, podrían ser sus referentes. De hecho, lo dicen hasta en la cartelería.
Yo no podía evitar acordarme de las dos semanas que pasé (pasamos) en
aquella ciudad, que es, para los visitantes, un inmenso escaparate, un estudio
gigantesco habitado por gente que los turistas vemos siempre como figurantes. Jeen,
el dueño de la mansión Akwaaaba que nos dio alojamiento por recomendación de
Sandra, en uno de los barrios negros finolis de Brooklyn, se reía cuando yo le
contaba cómo veíamos nosotros la ciudad. De cómo el cine hace que no la podamos
ver cómo un sitio donde la gente vive, sufre y muere de verdad.
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