Mal que nos pese, a pesar del
olimpismo, de la movida y de Ferran Adriá, la imagen externa de España sigue
basándose en gran medida en lo "andaluz". Pero en un arquetipo
andaluz edulcorado y asumible. En ese arquetipo, los toros, el flamenco y
ciertas representaciones de lo "popular" jugarían un papel central.
Se construyó para el consumo exterior (e interior) un conjunto de modelos
potentes: lo moruno y exótico en tanto que diferente a lo europeo, lo gracioso,
en tanto que subalterno a una identidad "nacional" castellana. Esos
temas ocultaban y siguen ocultando una realidad ofensiva: la brutal desigualdad
en el reparto de la riqueza en el mundo rural andaluz, el clasismo en la
sociedad sevillana, lo arcaico de muchas fiestas "andaluzas", como
los toros. Personalmente, cuando hablan de la duquesa de Alba, me acuerdo de
una boñiga y me indignan los latifundios de su familia, cuando escucho al Herrera,
me parece un señorito gilipollas, cuando leo lo de los EREs pienso en
guillotinas ociosas y cuando veo plazas de toros, opino que cada uno debería
pagarse sus propias perversiones.
Dicho todo lo anterior, he de
admitir que Sevilla es una ciudad tan hermosa que me han saltado las lágrimas
paseando por su inmenso casco viejo. Y que si hay un arte cercano al Arte, ese
es el flamenco, como me hizo ver mi compa Rafa hace ya muchos años.

En la peli también hay algo
de flamenco desnatado. Y todo empaquetado y embolsado for export (hasta se abstienen de matar al toro para no desagradar
a los guiris) Y como resumen, varios premios, de esos que el cine español se da
a sí mismo.
Les recomiendo que la vean
con niños, que siempre va bien que se les queden grabadas un par de imágenes
fuertes. Les prepararán para cuando vean las duquesas o los Herrera del futuro.
Y las guillotinas,
desperezándose.
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