Por mi cumpleaños, me regalaron
esta novelita, del prolífico Eslava Galán, al que ya hemos reseñado aquí. Y la he disfrutado. Y es que el autor
jienense está muy puesto en la vida y época cervantina, como ya pude apreciar
en “El comedido hidalgo”.
La novela parte del hecho
histórico del asesinato de Gaspar de Ezpeleta, la noche del 27 de junio de 1605, en la puerta de la casa de Cervantes en
Valladolid, la corte en aquellos años. Todos los vecinos, incluyendo a la
familia del autor del “Quijote” fueron detenidos. Al parecer, por la fama de
putas de las llamadas “Cervantas”. Fueron liberados unos días después y
definitivamente, se cerró el asunto el 18 de julio.
Eslava Galán fabula sobre la
resolución del crimen a cargo de admiradores y amigos de Cervantes y logra un
argumento resultón y entretenido. Echa en la olla todos los ingredientes que
encuentra en el imaginario histórico de la época de Felipe III de Castilla:
clérigos, pobres, coimas, espadachines, intrigas internacionales, luchas por el
poder en la corte. Y lleva a cabo un ejercicio estilístico valioso, al imitar
con más o menos éxito el castellano de
esos años, que es también el de don Miguel de Cervantes, ese desgraciado.
Precisamente la mala fortuna de
aquel genio y la melancolía que Eslava Galán le atribuye, son un trasunto de la
sensación de decadencia de los reinos hispánicos, que flota a lo largo de todo
el texto. Explica Cervantes a un banquero italiano: “El noble quiere vivir de sus rentas; el pechero que nada tiene,
queriendo subir de estado, abandona el campo y viene a la ciudad, donde se hace
criado de boca y mesa y pierde la vergüenza que, en su aldea, por ser conocido,
solía tener. Así se están, sin hacer nada, todo el día siguiendo al amo como el
rabo sigue al perro, por tristes salarios, en oficios de pajes, de
esportilleros, de lacayos, de escuderos, de triperos, de mozos de espuela, de
rascamulas, de galopines, de pinches, de pasteleros, de apagavelas, de
aguadores, de especieros, mientras que las otras mil labores que debieran
enriquece al país quedan vacantes, sin nadie que las atienda.”
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