Ir al contenido principal

"El sentido de un final" y "Órdenes sagradas"

Los recuerdos, siempre los recuerdos. La memoria se apodera de nosotros. Nos hace como somos, felices o infelices. Reelaboramos esos recuerdos y los reconstruimos hasta llegar a la falsedad, el bendito autoengaño. El pasado como un lastre, como una oportunidad. Nos sentimos culpables de lo que hicimos o de lo que no hicimos y de lo que hicieron o no hicieron los que nos acompañaban en cada momento de nuestras vidas. Supongo que la iluminación de la que hablan los maestros orientales es una especie de purificación-limpieza de la memoria, es decir, del alma.


En 2017, vimos “El sentido de un final”, una peli británica basada en una novela breve de Julian Barnes: “The Sense of an Ending” (2011). La peli trata el tema del anciano descubriendo o redescubriendo hechos del pasado que creía que habían ocurrido de otra manera. Me resultó interesante y entretenida, aunque algunas partes de la historia eran previsibles. Me gustó mucho la interpretación de la pareja de protagonistas: Jim Broadbent y sobretodo, Charlotte Rampling, esa señora que pone una cara tan buena y tan mala al mismo tiempo. La historia transcurre en Londres, esa ciudad desmesurada y extrañamente familiar que visitamos en otoño.


Por supuesto, el gran autor sobre la memoria como única identidad es el irlandés Banville. Ya reseñé aquí “Antigua luz”(2012)   y “El mar” (2005) . Poco a poco voy ajustando mi deuda con la novela negra. Así que leí a finales de año una de la serie de la serie protagonizada por Quirke, “Órdenes sagradas” (2013), que Banville firma con el seudónimo de Benjamin Black


Quirke es un forense de Dublín, que odia la lluvia y participa en la resolución de crímenes como quien no quiere la cosa. Es malhumorado, alcohólico y sombríamente lúcido. Sufrió abusos sexuales en su infancia. La iglesia y la memoria del pasado, siempre la iglesia… Imprescindible para los aficionados al género. Me he comprado ahora “Prague Nights” (2017), que intentaré leer directamente en inglés.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Presentes

Solamente existen dos cosas: la vida y la muerte. La muerte es el segundo principio de la termodinámica, dominante, omnipresente, invencible. La vida es la lucha absurda, desesperada, contra ese principio. Es la excepción, lo heroico, la guerra que se libra sabiendo que se va a perder. La vida son los pimientos de Padrón, mi sobrino saltando las dulces olas del mar Mediterráneo, Francella haciendo de Sandoval en un juzgado oscuro de Buenos Aires, mamándose como un boludo mientras tiene ideas deslumbrantes. A veces, hay más vida y a veces, hay más muerte. Últimamente, nosotros hemos tenido algo más de lo segundo. Murió un primo de Merche de Albacete. Tenía ilusión por viajar y por hacer fotos a la vida, mientras que el cáncer lo iba derrotando, después de una guerra de cinco años de tratamientos, pruebas, dolores, experimentos, viajes a Madrid, más contra experimentos y más dolores. Pero ese hombretón y su retranca seguirán viviendo. En los mejores diálogos de Muchachada Nui está su c...

El secreto de Santa Vittoria.

Golpe de estado en los USA, yo no encuentro el boli, Hitler sigue matando niños en el gueto de Gaza, estas peras de San Juan no tienen ningún sabor, a Macron le pega su mujer, las materias primas se van acabando y la única receta es aumentar el presupuesto militar para la gran rapiña final. Solo nos queda la ilusión de que cuando Bildu o ERC fuercen al camarada Pedro a convocar elecciones, el año que viene, la candidata a la presidencia del gobierno sea la madrileña, a ver si se dan el gran batacazo, nos reímos mucho y ellos aprenden de una vez qué es España (y Portugal). Cuando uno envejece en tiempos tan oscuros, se aferra como un aterido náufrago a sus viejos cánones, a sus libros y pelis preferidas. Nos encerramos en nosotros mismos, en nuestras listas y en nuestros hábitos. " En tiempos de tribulación, no hacer mudanza " recomendaba el santo soldado de Loiola. Y muy arriba entre las películas de mi canon está "El secreto de Santa Vittoria" (1969). Ya se sabe qu...

Vasil (2)

Vasil (Iván Barneev), un migrante búlgaro, llega a Valencia. No tiene donde dormir. Un jubilado de buena posición social (Karra Elejalde) le acoge en su casa. Para asombro de la hija del jubilado (Alexandra Jiménez), establecen una estrecha relación. Y eso que el padre es más bien rancio. Tienen una afición en común: el ajedrez. Hay largas conversaciones vespertinas, a modo de samar , ciertas desconfianzas; pero son, ante todo y sobre todo, dos seres humanos buscando la humanidad en el otro, en los otros. Con este planteamiento tan sencillo, Avelina Prat construye una película agradable, un poco lenta; pero que deja cierta sensación de paz en el alma. Y siempre nos gusta ver imágenes de la ciudad del Turia.  El planteamiento me llegó a lo hondo. Era inevitable pensar en nuestro amigo búlgaro D, al que también dejaron caer en Valencia hace muchos años y que salió adelante a base de esfuerzo y bonhomía. La directora basó la historia en hechos reales. Me pregunto si conoce a D. Aunque...