Venía Julia Gutiérrez Caba al
Olympia y necesariamente teníamos que ir a verla. Más que una obra de teatro
fue una lectura dramatizada de las cartas que durante toda su vida se escribió
una pareja. El gran Miguel Rellán hacía de partenaire. Y nos gustó mucho. A
nosotros y al resto del público, que llenaba el aforo. Les gustó hasta a los
que comían palomitas (o almendras) en la fila de detrás. Era una adaptación de “Love
letters”, una de las obra más célebres (y traducidas) de A. R. Gurney.
Los dos personajes (blancos,
anglosajones, de clase alta) viven sus vidas en paralelo. Desde niños han
mantenido el vínculo. Se acercan y se alejan. Hay períodos en los que se
escriben cartas apasionadas e íntimas, en otros, pueden pasar años en los que
sólo hay rutinarias felicitaciones de navidad. Los amigos (y los novios) de la
infancia no han podido ser elegidos. Pero eso no los hace peores ni mejores.
Los dos intérpretes mantienen la
tensión dramática durante toda la obra (toda la lectura de las cartas). Hacen
una exhibición de maestría, de teatro del bueno. Del que hacían en la 2 cuando
éramos pequeños y no había tantos canales.
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