Quizá no sea la mejor peli de
toda su filmografía; pero sí la mejor de las últimas. Vuelve a haber algo más
que oficio: vida, personajes creíbles, un humor ácido y doloroso y esa manera
inconfundible de buscar las pelusillas que hay debajo de la alfombra de nuestro
bienestar conformista. Y gran parte del invento se basa en una grandiosa Cate
Blanchett, que interpreta a la hermana triunfadora, en contraposición a Sally
Hawkins, la hermana feúcha, que aporta el necesario contrapunto.
Y es que la historia trata de los
de arriba y de los de abajo, algo raro en la obra de Allen. Los del “White collar”
frente a los del “Blue collar”, según dicen allí. Y como se explica en
los diálogos de la peli, que copian el discurso dominante: la genética buena
frente a la defectuosa. Los que triunfan frente a los que fracasan. Pero los que
triunfan lo hacen robando, aplastando a los demás. Son, en el fondo, los
verdaderos “loosers”, los que nos llevarán (nos están llevando) al desastre a todos.
Para acabar de alegrarme la
noche, la peli transcurre en la Bay Area, que es donde se traslada Blanchett
desde la costa este. Así que pude reconocer el Fisherman’s Wharf, las calles
empinadas y el Chinatown de la que consideran la más europea de las ciudades norteamericanas,
San Francisco.
Comentarios