Ir al contenido principal

Homenaje a José Luis Sampedro.



La semana pasada tuvo lugar en el Centro Cultural La Nau de la Universitat de València un homenaje a José Luis Sampedro. Lo organizaban algunas de las personas y entidades con las que más contacto había tenido el célebre escritor: la librería Primado, Salvem el Cabanyal, Radio Klara o la cartelera Turia. Yo pude ir a la sesión del martes. Se usó el paraninfo, una sala que, guardada por retratos de los severos rectores del Estudi General, asusta un poco al entrar. Construido en el XVII, sus tarimas y moquetas han visto una parte importante de la historia del cap i casal. El otro día oyeron palabras agradecidas sobre un hombre bueno. Y lo más impresionante es que todo lo que allí se rememoró eran anécdotas, esfuerzos y vivencias de un hombre que ya había pasado los ochenta y que seguía lúcido, generoso, amable. Su vida fue un gran homenaje a la vida.
Ya hemos escrito antes sobre Sampedro. Como profesor de economía, como premio Nacional de Literatura, como conferenciante ¡Qué difícil es captar todas las luces de alguien así! El acto del martes me aportó una nueva faceta del sabio en la que yo había reparado menos. Al parecer, Sampedro dijo alguna vez, con su modestia habitual, que Valencia le había dado más a él que lo que él le había dado a esta ciudad. Pero yo me llevé la impresión de que se había vinculado mucho más a la ciudad y a los movimientos locales de lo que cabría pensar por su edad y trayectoria. En eso fue algo más que un humanista. Fue un activista. Supongo que Olga Lucas influyó bastante en ello.
Cuando se rememoren estas décadas de estupidez y quiebra, habrá que acordarse también de los pocos valientes que, con dignidad y sentido común, se opusieron a los insensatos.  Sampedro fue uno de ellos. Y las gentes del Cabanyal, para los que Olga Lucas escribió este poema, que recitó ante el paraninfo abarrotado:

La guerra del barrio no la empezaron ellos, ni ellas
ellos, pescadores, comerciantes, obreros
ellas costureras, dependientas, amas de casa y trabajadoras
No vivían felices ni comían perdices
simplemente vivían
vivían en sus casas, paseaban, gozaban en sus calles
calles tranquilas, limpias, calles amigas
el juego de la pelota
el barrio con su sabor a mar,
la señora Lola, la vida de siempre
y las casas, sus casas.
Fueron los otros,
los siempre dispuestos a limpiar después de cada guerra
los que destruyen casas modernistas
y levantan bloques de hormigón
los que derriban viviendas y construyen avenidas,
en suma, los del dinero y el poder
los vándalos legalizados,
los otros, los otros declararon la guerra,
Ellos se defienden
nosotros apoyamos
ellos vencerán, ellas también

Comentarios

Entradas populares de este blog

Asesinato en el campo de golf.

La realidad siempre supera a la ficción. Ni el mejor Azcona podría haber imaginado la boda cortesana del otro día ni el más inspirado Berlanga, rodarla. Fue una inundación de imágenes ridículas, un tsunami de mal gusto, una representación prodigiosa y completa de todo lo vano y risible de nuestra sociedad. Dicen que el humor siempre ha de apuntar hacia adentro y hacia arriba y apuntar bien la pistola es difícil; pero las imágenes que, como huesos, tuvo a bien echarnos la tele de Ayuso eran una diana gigantesca, grande como un océano de paradojas. Dispararas donde dispararas, acertabas. NO piensen que les deseo unos tiros o unas bombas a los convidados. Sobre eso, volveré más adelante. Al revés, hay que agradecerles a todos que acudieran disfrazados a la iglesia de San Francisco de Borja para alegrarnos la vida y recordarnos, con humor y gracia congénita, cuán estúpido es nuestro reino y cuán absurda es la existencia humana. Dios, gracias por el fuego y por el humor. Semejante orgía de

El niño que miraba al mar (Luis Eduardo Aute)

Tomás, compañero y sin embargo, amigo, me manda esta fervorosa reseña del concierto que compartimos la semana pasada: ¡Aute sigue en plena forma! Será porque nos mentalizamos para un homenaje al maestro, al que suponíamos agostado, será por envidia; pero es lo primero que me sorprendió de un concierto vibrante de música, letra y ritmo. Fue en La Rambleta, en Valencia el 28 de noviembre. Aute ya tiene 71 años, nunca ha exigido mucho a su voz y las mesas de mezclas hacen maravillas, pero todo eso no desmerece que sonó limpio e intenso. Uno no puede menos que preguntarse cuál será el secreto de su vigor, y cómo aplicárselo. Cantó las canciones de su último disco “El niño que miraba el mar” y algunas de sus discos anteriores, ya 46 años componiendo. Al final del concierto se centró en las históricas las de los 70 y 80 después de haber amagado tres veces con terminar e irse. Total 3 horas sin descanso. Se hicieron cortas. Le acompañaron tres músicos muy buenos, incluido s

Informe mongolia: "Papel Mojado"

Ya reseñamos aquí la revista Mongolia. Se trata de una publicación mensual en formato grande, de edición cuidada, con parodia y un humor político que juega constantemente con lo absurdo. Se podría pensar que no tiene mucho mérito,  ya que si algo caracteriza a este Fin de régime es la ruptura de todas las reglas, incluyendo las de la lógica. Mongolia trae todos los meses una sección titulada Reality news, con el aleccionador aviso: "Si se ríe a partir de aquí, es cosa suya". Este libro de la editorial Debate recopila y reelabora varias entregas que han salido en esa sección acerca de la crisis de la prensa tradicional española. Concretamente de cuatro medios: "El País", "El Mundo", "La Vanguardia" y "Público" (QEPD). Y los tipos saben de lo que hablan, ya que varios miembros de la redacción de Mongolia proceden de este último periódico. O sea, que hay algo de resentimiento flotando en el ambiente (y supongo que sueldos sin cobrar). L