Ir al contenido principal

di Caprio.

Estas navidades, vi tres pelis en las que aparece el célebre actor californiano en distintas épocas de su carrera. Las tres tienen miga y es que parece que el muchacho de la cara bonita solo se mete en cosas trascendentes. Un tema enlaza a las tres pelis: el dinero. O mejor dicho, la avaricia.

La primera peli es: "Atrápame si puedes" (Spielberg, 2002). Para un europeo actual, es difícil entender la naturaleza de los timos de los que vivía el jovencísimo Frank Abagnale jr, interpretado por di Caprio. En los USA, hasta la irrupción de los modos de pago electrónicos, era muy habitual usar los cheques. El receptor acepta el cheque como sustituto del dinero en efectivo. Con lo que, en lugar de falsificar billetes, resulta más fácil falsificar cheques (y la personalidad del que los firma). Leo en la wikipedia que el verdadero Frank Abagnale aparece como uno de los policías franceses que arrestan a su personaje. Al parecer, se pasó al lado bueno de la historia (aunque no tengo tan claro donde está el lado bueno porque quien roba a un ladrón...). La peli es agradable y creíble. Casi, casi, una peli familiar.

"El lobo de Wolf street" (Scorsese, 2013) ya no es tan edulcorada. De hecho, no creo que se pueda emitir en horario infantil, porque salen culos y fariña. Cuenta la historia de un hijo puta, el broker Jordan Belfort. Belfort comercializaba acciones del tipo "Penny stock". Es decir, acciones de empresas pequeñas. Acciones baratas y de gran volatilidad, cuyos precios de mercado son muy manipulables. La peli se centra más en la gran vida que se pega Belfort y sus empleados con el dinero que estafan a los pequeños ahorradores que en la propia mecánica del mercado. Como en todas las estafas, la hoguera se alimenta con la avaricia del estafado.  Y el capitalismo, que es la gran estafa, con la avaricia de todos. Pero todas las hogueras se acaban. Como le paso a Belfort. En diciembre de 1996, le cerraron el chiringuito. Una cosa curiosa de la peli es que, al parecer, fue financiada con dinerito procedente del fondo de inversión de 1MBD, otro chiringuito que esquilmó una parte del presupuesto nacional de Malasia. Eso lo cuentan en el segundo capítulo de la serie "Diry money" que he visto en Netflix. Que no me digan que los humanos no somos una especie interesante y contradictoria: timadores que financian pelis sobre timadores...

La tercera peli que he visto ha sido "Don´t look up" (2021), precisamente sobre las hogueras que se acaban. Ante la gran pregunta. "¿Qué es la verdad?" Tenemos solamente una respuesta: la ciencia, que es poca cosa; pero es lo más valioso que tenemos. En la ciencia hay pillos, y mentirijillas y grandes errores. Pero es el único camino que la humanidad ha encontrado para andar a ciegas por la ferretería gigantesca que es la existencia. Ese andar a ciegas, ese humilde ensayo y error es lo único que puede salvarnos del desastre (de un virus o del cambio climático). Pero, aún con todo, nos vamos a la mierda porque además de los científicos honrados, en el pequeño barco también viajan desalmados, fanáticos religiosos o políticos, imbéciles que niegan lo evidente, payasos como Djokovic o salvajes como los macrograngeros de Lorca y sobre todo, avariciosos que piensan que se puede seguir acaparando sin que pase nada. 

Dos astrónomos (di Caprio y Jennifer Lawrence) descubren un asteroide que viene derechito a acabar con la vida en la tierra. Lo bueno del asunto es que, al principio, nadie les cree. Pero lo mejor es que la administración de la presidenta Meryl Streep no solamente no quiere salvar el planeta, pudiendo hacerlo, sino que trabaja para que los ricos sean todavía más ricos. Aunque el cometa viene hacia la tierra y ya se ve a simple vista en las noches estrelladas, niega que suponga un peligro. "No mires arriba". Es decir, una metáfora potentísima de la posición de Trump y de los muchos Trumps ante los grandes problemas que es, además, divertida: escuchen los discursos del hijo de la presidenta sobre las clases sociales. La peli peca de lineal y de transparente. A mi compa Toni no le gustó.

Aunque ni el tono de comedia puede aliviar la sensación de tristeza que deja ver al sabio predicando solitario en el desierto. Uno de los primeros que captó esta tristeza fue Henrik Ibsen en "Un enemigo del pueblo". Pero la situación se repite y se repite, hasta que se apague la hoguera en la que queman al que dice la verdad. La actividad humana de los últimos doscientos años es la que calienta el planeta,la agricultura industrial la que ha contaminado el Mar menor o las macrogranjas no son buenas para nadie, salvo para los accionistas de las multinacionales que nos las traen generosamente a la España vaciada, esa desgraciada tierra sin patriotas verdaderos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Tintalibre:

Nuestro “Fin de Régime” está siendo, como casi todo en esta estepa, lento y tranquilo, un poco provinciano, un poco hortera, aunque nos las demos de postmodernos.  Aquí no hay Rasputines montando a la zarina, sino el pequeño Nicolás haciéndose selfies con la lideresa y el presidente. Pero todo está cayendo, inexorablemente. Se cae de viejo y de podrido. Son les branques de l’arbre de Pujol. Y se va cayendo todo el sistema del 78. Quizá, al final se acelere el proceso y la cosa deje de ser tan tranquila. La sociedad va descubriendo que no solo era el bipartidismo, sino que los medios de comunicación que sustentaban el entramado de las mamandurrias también se han quedado viejos e inservibles. Enternecedor el “yo no soy un político” del director de La Razón, Marhuenda, ese señor tan rarito y con tantos intereses políticos y económicos, que va a las tertulias a hacer de derechoso leído y digno. Siguen ciegos ante lo que está ocurriendo. Desde hace un año, ya no le...

"Romper el círculo" y "Soy Nevenka"

Después de la tormenta asesina y de la guerra civil en los Estados Unidos, volvemos a la pequeña política de nuestra aldea pequeña.  Parece que el errejonazo fue hace mucho tiempo; pero la dimisión del muchacho solo fue hace un mes. Con ese escándalo, quizás se cierra el ciclo que se inició en enero del 2020. Por primera vez en la historia de la España contemporánea, la izquierda se sentaba en el Consejo de Ministros. Pero los círculos no habían tenido tiempo de cuajar, las cloacas, a modo de sistema inmunológico del Estado, hacían su incansable labor de zapa, y además, llegaron una pandemia, un volcán, la tercera guerra mundial y las tonterías de profe de universidad del gran líder, que huyó un año después. Dejaba como albaceas a un equipo de funcionarios mas rositas que rojos y el encargo de tomar el cielo por asalto a unos muchachos con amplio vocabulario postmarxista pero con las paticas cortas y flojas. Los herederos hicieron lo que pudieron para obligar al pillo de Pedro Sán...

El último concierto.

¡Ay de aquel que nunca haya tenido ninguna afición! ¡Pobre del que nunca se haya esforzado para dominar algún arte! El que nunca haya intentado dibujar, cantar, tocar un instrumento, actuar, cocinar o jugar al ajedrez no sabe lo que se ha perdido. Y digo intentar, porque en el intento es donde está la sal que hace la vida más feliz. Y los más felices entre los mortales son aquellos que el arte ha hecho suyos: los artistas, los profesionales, los que han dedicado una vida entera a un oficio creativo. Los que han sido siempre prisioneros. En su esclavitud quizá han sido libres, luminosos.   “A late quartet” trata sobre ellos. Sobre los profesionales muy cualificados: un cuarteto de cuerda en el final de su historia. Cuando tiene que parar la música y salen los demonios que llevan dentro. Zilberman narra todo esto con sutilidad e inteligencia. Aunque la peli tiene algunos altibajos, valió la pena ir a la sesión golfa de los D’Or.