Ya he dicho alguna vez que no me gusta la novela histórica. Por tres razones: a) Las situaciones son descritas en base a valores o comportamientos claramente fuera de lugar y de época. Es decir, ponen tomates en el Egipto Antiguo, o los judíos de la Palestina de Poncio Pilatos hablan en inglés. Cuanto más ignorante es el autor (o autora), más errores o mistificaciones. Aunque a Dan Brown no le ganan. b) Todas las novelas históricas alimentan en mayor medida a algún nacionalismo (el ejemplo más cercano lo tenemos en los super-ventas de Pérez Reverte, Arturo). c) Las historias que narran suelen ser bastante vulgares: chico busca chica, chico supera pruebas, chico venga papá muerto. Si les quitaran los espadones, los castillos y los caballos, quedaría muy poco donde morder. A pesar de todo, me convencieron de que leyera "El ejército perdido" con el argumento de que Manfredi es historiador y arqueólogo y ha investigado precisamente la historia que narra: la "Anabasis" d...