Para celebrar Santiago Matamoros, ayer fui a ver este estreno, basado, al parecer, en la historia de Inglaterra. Es una peli plana, con muchas cabezas rotas a espadazos, salpicaduras de sangre y de mierda, atrezzo excelente, cero pretensiones y nula importancia. Como entretenimiento facilón, no está mal. La peli cuenta alguna de las batallitas entre Juan I y sus señores feudales. Para que lo entendamos mejor, el rey es malo (es el mismo contra el que luchaba Robin Hood) y los otros, buenos. A mí me vino a la mente que, a pesar de todo y después de Tucídides, Milton, Rousseau, Hobbes, Marat, Figueras y Habbermas, España sigue siendo una monarquía. Mala suerte. Y yo soy un súbdito que va al cine. El protagonista es un templario, que no dice nada, que liquida enemigos a montones y que se hace el estrecho cuando la señorita del castillo se lo quiere follar. El tema de los monjes guerreros está bastante agotado (lo acabó de gastar George Lucas con los jedi). Las novelas y la tele los pintan...