Era al principio de una primavera triste. Estábamos acabando de comer, en un restaurante de Benicàssim. El mar se veía a través de la ventana. En la mesa de al lado, se sentó un grupo. Todo el mundo se les quedó mirando. Uno de los recién llegados se sentó casi con su espalda contra mi espalda. Había poco sitio y las sillas se rozaban. No nos habíamos dado cuenta de quiénes eran. Andábamos desatando nuestras propias tristezas, junto al Mediterráneo. Al oír la voz del nuevo comensal, justo detrás de mí, la reconocimos inmediatamente. Era Serrat. Una comida de amiguetes. Paella o fideuà, supongo. Nos pareció identificar también a David Trueba y a Manuel Vicent. Quizá nos equivocamos. Nosotros habíamos comido bien; pero el domingo era raro, allí en Benicàssim, en mi memoria. Parece que fue hace mucho tiempo. Cuento esto porque sigo con lo del cine español. Y acudimos a ver la última de David Trueba la semana pasada. Nos gustó. La peli toma el nombre del verso “ Living ...