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Mostrando entradas de diciembre, 2008

La habitación de Fermat

Estas películas las hacen para gente como yo. Somos los que en algún momento oscuro de la adolescencia, quedamos impresionados por las matemáticas; pero la pereza o la falta de talento nos hizo conformarnos con las obras de divulgación o con los pequeños juegos matemáticos. Los que nos quedamos a las puertas de la belleza pura. Los que acabamos corriendo en kart, cuando se puede correr en bólido, los que bebemos mistela, pudiendo beber absenta. Los aficionados ¡qué terrible palabra! Y por ello, siempre quedaremos insatisfechos por cualquier producto de esta clase, porque estamos insatisfechos con nosotros mismos. Veía los enigmas que les iban poniendo a los protagonistas y me parecían pueriles; pero al mismo tiempo, me llamaban la atención. Escuchaba que uno de ellos había demostrado la Conjetura de Goldbach y me meaba de la risa; pero en el fondo, sentía que lo hubiera dado todo por ser yo el que alguna vez demostrara la Conjetura (si es que eso es posible), por ser el nuevo Wiles. Po...

Wall-e

Como tantos otros, yo estaba convencido de que todos los buenos guionistas norteamericanos se habían ido a las series y que no quedaba ninguno haciendo historias para las pelis. De ahí, el lamentable nivel de los argumentos que nos llegan desde el centro del Imperio. Sin embargo, el otro día descubrí que no toda la imaginación estaba en las series, algo se ha ido a las películas de dibujos animados.Me saqué  del vídeo club Wall-e, una de las últimas producciones de Disney & Pixar. Me senté a ver cómo presumían de lo que son capaces de hacer con el ordenador. Pero cuando empieza de verdad la historia, en la soledad de mi casa, sentí que estaba delante de una obra maestra, de un clásico. Al menos durante los primeros 40 minutos. Me emocioné. Trata de un robot recogedor de basura, en una Tierra cubierta de deshechos, en la que ya no viven seres humanos. El pequeño Wall-e sigue una rutina diaria (usa energía solar) y siguiendo su programación, empaqueta  incansable y eternamente, peque...

Cerdos y margaritas, de Nancho Novo.

El sábado fuimos al teatro "El Musical", en el valencianísimo barrio de El Cabanyal-Canyamelar. "El Musical" fue uno de los lujosos proyectos que llevó a cabo el ayuntamiento de la ciudad para intentar compensar el proceso de degradación del barrio, en parte auspiciado por el propio ayuntamiento. Se trata de un edificio moderno y funcional, hormigón combinado con madera. Mantiene la fachada del teatro antiguo y comparte con la iglesia del Rosario la plaza homónima, donde los miembros de viejas minorías desfavorecidas toman el sol y descansan de sus quehaceres. Vimos un monólogo "one man show" del cómico y actor Nancho Novo titulado "Flores y cerdos". Hubo cola, se llenó el teatro y había jolgorio y buen ambiente y es que era gratis con el carné de la universidad. Muchos estudiantes acudieron al teatro como solución de continuidad entre el estudio de la tarde y el botellón de la noche. Así que el artista lo tenía todo a su favor y supo poner al pú...

La escarcha sobre los hombros.

He pasado el largo fin de semana de la inmaculada Constitución en el pueblo. Y contemplando la lluvia molesta y cruel y las sierras pardas, me vino a la mente este relato breve, que hace algunos años leí con placer y asombro. Supongo que entonces pensé que era un tipo de literatura naturalista y evocadora de la que Aragón, a diferencia de otros pueblos, había carecido durante demasiado tiempo. Ya comenté en este blog otra obra de Lorenzo Mediano de tema aragonés: "Donde duermen las aguas". Ambas novelas son rudimentarias, lineales, mal acabadas y honestas, como los dibujos de un niño. Ambas están ambientadas en la imaginaria aldea pirenaica de Biescas de Obago. Pero "La escarcha sobre los hombros" transcurre en un tiempo más antiguo, no muy bien definido, quizá en las primeras décadas del siglo XX, cuando todavía no habían llegado al Pirineo aragonés las grandes obras hidráulicas, la despoblación, los senderistas guipuzcoanos o los esquiadores madrileños. Un maestr...

Enemigo público.

Vimos en el canal temático AXN esta película de finales de los 90. se trata de un thriller típico de Tony Scott: entretenido, caro, rápido, desordenado y vacío. Son unos tipos muy malvados de la Agencia de Seguridad Nacional, que aprovechan los fabulosos medios tecnológicos de los que disponen para molestar a un honesto abogado (perdonen el oxímoron). El argumento no tiene demasiada lógica ni la peli demasiadas pretensiones; pero los dos protagonistas (Will Smith y Gene Hackman) son solventes. La peli sirve para plantear el viejo debate acerca de la salvaguarda de la intimidad y del poder de los gobiernos (especialmente del norteamericano) para controlar las comunicaciones. De hecho, el título original es "Enemy of the state" , que no es exactamente "enemigo público". "Bienvenido al mundo feliz de Huxley" le dice Hackman a un incrédulo Smith. La mayor parte de la población no sabe nada de la vigilancia a la que están sometidas nuestras llamadas de teléfon...