El protagonista de esta peli debe tener más o menos, mi edad. Pero hay muchas millas de distancia entre sus tristezas adolescentes y las mías, y entre las grises ciudades inglesas del thatcherismo y las luminosas ciudades españolas del primer felipismo. Es un muchacho, feo y paliducho, es decir, inglés, que ha perdido a su papá en la guerra de las Falkland, aquella imbecilidad que se les ocurrió a los milicos y que tan bien le vino a Maggie para acabar de clavar las recetas de Chicago en la economía británica. Al chaval le pegan bastantes collejas. Hasta que encuentra unos amiguetes que se portan muy bien con él. Le regalan una camisa elegante y le cortan el pelo a la moda. La verdad es que se les ve majos, el único problemilla es que de vez en cuando buscan paquistanís para apalearlos. La peli no aspira a grandes revelaciones sociopolíticas. Se conforma con seguir las emociones del chico y con indagar un poco en los lazos estéticos y políticos entre las distintas tribus que poblaban l...