Desde que el ministro Montoro dijo lo que dijo sobre el cine patrio, entro a ver las pelis españolas, aunque tengan mala pinta. Y es que lo correcto suele estar en la dirección contraria a lo que digan estos malvados. Y lo mejor del asunto es que, de vez en cuando, te encuentras alguna cosa que vale la pena. Así ha sido con este estreno. Casi todo me pareció bueno: la historia, los actores (especialmente la Petra Martínez) e incluso la narración y el montaje. Y eso que, según me enteré después, se trata del refrito condensado de una serie que Barroso ya hizo para TV en el 2010 y que pasó desapercibida. Me da la impresión de que le han quitado el adorno y le han dejado lo fundamental: los apuros del personaje interpretado por Fernández, un cuarentón fracasado y manipulador, que se mete en líos por cobarde y mentiroso, es decir, un hombrecillo normal. Paradójicamente, este montaje teatral abreviado logra lo que quizá no consiguió la versión larga. A través de los e...