Cuando vamos al cine, no solemos
fijarnos si la peli va a ganar o si ha ganado algún premio. Últimamente, hemos
ido poco; pero hemos visto dos pelis bastante interesantes, y además premiadas.
La primera fue “Manchester frente
al mar”, una traducción horrible del nombre del pueblo de Massachusetts en el que transcurre la mayor parte de la
historia (Manchester-by-the-Sea). Se trata de un dramón que atrapa desde el
principio y no te suelta. Una parte del mérito es la forma en la que está
contada la historia (guion y dirección de Kenneth Lonergan). El guion se ha
llevado un Óscar. Otra parte se debe a la interpretación del Cassey Affleck
(que también se ha llevado un Óscar al mejor actor). Salimos del cine
asombrados, tristes, empapados de la terrible situación de ausencia que
transmite la historia tremenda y honesta. Gente normal a la que le pasan cosas
que nos podrían ocurrir a las personas normales.
La segunda, que vimos anteayer,
fue “Hedi, un viento de libertad”. La peli transcurre en el Túnez de después de
la primavera árabe, con el turismo en crisis por los ataques yihadistas. El
protagonista, Hedi, es un calzonazos al que van a casar próximamente. La cosa,
al principio, no me pareció demasiado interesante. Conozco muchos huevones como
Hedi y a veces, solo algunas veces, me miro al espejo y veo una cara tristona
parecida a la del Mastoura (al que le dieron premios en Berlín y en Valladolid).
Pero cuando apareció por la pantalla Rym Ben Messaoud, una morenaza que todo lo
tiene bonito, me alegré y comprendí perfectamente a ese hombrecillo rompiendo
sus cadenas.
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