Vimos
dos comedias al principio y al final del verano. No son gran cosa; pero me
hicieron pensar en lo que había cambiado la sociedad española en 30 años. y en lo que yo había cambiado.
La primera fue “El
vuelo de la paloma” (1989) de J.L. García Sánchez. Llegamos al cine tarde y era
la única que estaba sin empezar. Así que entramos sin percatarnos de que no era
un estreno. Ni siquiera un reestreno. Lo cierto es que nos sentimos un poco
timados. Hice de tripas corazón e intenté disfrutar la peli. Tenía algunos
recuerdos borrosos de ella. Concretamente, uno de los diálogos de José
Sacristán para justificar su vagancia. Algo así como que no trabaja para privar
al capitalismo de la plusvalía. También salen Galiardo, que hace de galán, Echanove,
que hace de pagafantas, Ana Belén, que hace de protagonista y Resines, que hace
de Resines. La rutina de un barrio se ve interrumpida por un rodaje. Se
acuerdan de la guerra civil (la película que van a rodar trata de eso). Hay
niños: Ana Belén tiene hijos (en uno de ellos reconocí a la Adánez, de “La que
se avecina”). Gente simpática, mal vestida y un poco ruidosa, que no ha salido
nunca de su barrio y a la que el cine le hechiza. Supongo que hace 30 años, yo también era un muchacho hechizado por todo, con su conciencia de clase, ebrio de austeridades y honradeces.
La segunda fue “Yucatán”
(2018), de D. Monzón. Una comedia de enredos y estafadores que usa un crucero
como excusa y escenario. Los españoles que salen en Yucatán ya no me cayeron
tan simpáticos. No hay niños. Ya no van mal vestidos ni se ilusionan con el
cine; pero siguen siendo ruidosos. Y son más egoístas y tontos que hace 30
años. La peli es descabellada y falta de ritmo. El barco en el que habíamos montado hacía dos meses se parecía al que sale en la película. "Oiga, doctor, todas aquellas cosas que imaginaba odiosas, sabe que están muy bien?" Me
reconocí en esos pasajeros de clase media, de escasa cultura y muchas exigencias a los que Cleyderman, Tosar y una
espectacular Stephanie Cayo intentan estafar. Y es que todo el mundo sabe que
los españoles son muy dados a que los estafen.
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