A menudo, tengo que explicar a muchos españoles que aquello de que “el mejor español” es el de Valladolid es una gilipollez. Algún académico ha tenido que explicar que eso de que existan acentos mejores o peores es falso y más, para una lengua hablada por gentes tan distintas de tantos países. Comprendí hace muchos años la suerte que tenía de hablar una lengua tan extendida. Pero también aprendí que lo que yo hablaba era solamente un dialecto minoritario en un mundo lleno de acentos distintos y diferentes, llenos de eses brillantes como sonrisas caribeñas. También aprendí que el castellano había sido una de las armas usadas en la opresión y en los genocidios; pero también una herramienta de liberación y de comunicación universal… “por fortuna, su lenguaje se ha quedado. Haremos de él otra arma de defensa…” cantaba algún grupo latinoamericano. Me sorprendió el debate generado por la decisión de Netflix de subtitular “Roma” de Alfonso Cuarón al castellano de la península. ...