Ir al contenido principal

El Camino hacia la Victoria

"La Luftwaffe...el buque insignia del Canal Historia".... dice Homer Simpson, de una forma arrobada. La frase nos hacía mucha gracia a Pepe y a mí. La Segunda Guerra Mundial ha sido y es uno de los grandes "temas" de entretenimiento de nuestra sociedad telealimentada. Cuando zapeo, no puedo evitar quedarme atrapado en "Apocalipsis" o en "WWII en color" o en "Megaestructuras nazis" o en cualquiera de los cientos de series documentales que, convenientemente, adobadas, narradas o coloreadas tratan aquellos años terribles. Supongo que muchos teleconsumidores con vagos intereses en la historia y en la política nos ponemos el disfraz de expertos y nos emocionamos con toda esa épica enlatada y servida en capítulos. Hubo 80 millones de muertos (caídos en combate, asesinados, muertos de hambre...). El sofá es buena trinchera y el mando a distancia un arma imbatible. 

En Navidades, me regalaron el librazo "El Camino hacia la Victoria" del historiador norteamericano Douglas Porch, sobre la guerra en el Mediterráneo. De la colección "Desperta Ferro".  Me ha gustado. Supongo que en el libro se nota el tufillo académico al que estoy acostumbrado. El tipo sabe y hace todo lo posible porque el lector se lo reconozca. Quizá se excede hablando de estrategia y dedica demasiadas páginas a los análisis psicológicos de los principales protagonistas (Rommel, Montgomery, Patton) y se olvida de describir mejor el terreno y las gentes que sufrieron el embate de las potencias en lid. Echo de menos algunos mapas. Pero es fácil de leer y muy entretenido (como ver los documentales en el Canal Historia o en Youtube). Defiende la controvertida tesis de que el escenario mediterráneo (el mar, el norte de África, la operación Torch, el Norte de África, la campaña italiana) no solo fue importante, sino que fue decisivo. No discutiré los argumentos que usa. Me quedo en el sofá.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Tintalibre:

Nuestro “Fin de Régime” está siendo, como casi todo en esta estepa, lento y tranquilo, un poco provinciano, un poco hortera, aunque nos las demos de postmodernos.  Aquí no hay Rasputines montando a la zarina, sino el pequeño Nicolás haciéndose selfies con la lideresa y el presidente. Pero todo está cayendo, inexorablemente. Se cae de viejo y de podrido. Son les branques de l’arbre de Pujol. Y se va cayendo todo el sistema del 78. Quizá, al final se acelere el proceso y la cosa deje de ser tan tranquila. La sociedad va descubriendo que no solo era el bipartidismo, sino que los medios de comunicación que sustentaban el entramado de las mamandurrias también se han quedado viejos e inservibles. Enternecedor el “yo no soy un político” del director de La Razón, Marhuenda, ese señor tan rarito y con tantos intereses políticos y económicos, que va a las tertulias a hacer de derechoso leído y digno. Siguen ciegos ante lo que está ocurriendo. Desde hace un año, ya no le...

"Romper el círculo" y "Soy Nevenka"

Después de la tormenta asesina y de la guerra civil en los Estados Unidos, volvemos a la pequeña política de nuestra aldea pequeña.  Parece que el errejonazo fue hace mucho tiempo; pero la dimisión del muchacho solo fue hace un mes. Con ese escándalo, quizás se cierra el ciclo que se inició en enero del 2020. Por primera vez en la historia de la España contemporánea, la izquierda se sentaba en el Consejo de Ministros. Pero los círculos no habían tenido tiempo de cuajar, las cloacas, a modo de sistema inmunológico del Estado, hacían su incansable labor de zapa, y además, llegaron una pandemia, un volcán, la tercera guerra mundial y las tonterías de profe de universidad del gran líder, que huyó un año después. Dejaba como albaceas a un equipo de funcionarios mas rositas que rojos y el encargo de tomar el cielo por asalto a unos muchachos con amplio vocabulario postmarxista pero con las paticas cortas y flojas. Los herederos hicieron lo que pudieron para obligar al pillo de Pedro Sán...

El último concierto.

¡Ay de aquel que nunca haya tenido ninguna afición! ¡Pobre del que nunca se haya esforzado para dominar algún arte! El que nunca haya intentado dibujar, cantar, tocar un instrumento, actuar, cocinar o jugar al ajedrez no sabe lo que se ha perdido. Y digo intentar, porque en el intento es donde está la sal que hace la vida más feliz. Y los más felices entre los mortales son aquellos que el arte ha hecho suyos: los artistas, los profesionales, los que han dedicado una vida entera a un oficio creativo. Los que han sido siempre prisioneros. En su esclavitud quizá han sido libres, luminosos.   “A late quartet” trata sobre ellos. Sobre los profesionales muy cualificados: un cuarteto de cuerda en el final de su historia. Cuando tiene que parar la música y salen los demonios que llevan dentro. Zilberman narra todo esto con sutilidad e inteligencia. Aunque la peli tiene algunos altibajos, valió la pena ir a la sesión golfa de los D’Or.