Ir al contenido principal

Durante la epidemia (13): "Rome"

Difícil tarea encontrar series que nos gusten a los dos. Los de HBO lo saben y le dieron a las dos temporadas de su superproducción del 2005-2007 un doble carácter. Por un lado, es un culebrón con espadas, mucho odio, mucho sudor y algún orgasmo, con los esclavos abanicando. Por otro lado, pretende ser una narración ajustada de la transformación de la Roma republicana a la Roma imperial durante el siglo I a. e. c. Pues les salió algo que no es ni una cosa ni la otra; pero les quedó bien. Así que hemos disfrutado del atrezzo y de la historia en estas noches tórridas de este agosto republicano y raro.

La parte culebrona gira alrededor de la vida de dos plebeyos, soldados profesionales, Lucio Voreno y Tito Pullo. Me gustó que ambos hubieran existido realmente (según la wikipedia, los cita Julio César en sus Comentarii de Bello Gallico). No serían los superhéroes invencibles que presenta la serie; pero debían hacer bien su trabajo, matando bárbaros y saqueando el mundo, para mayor gloria de aquella ciudad implacable.

La parte histórica gira alrededor del propio Julio César, Pompeyo, Marco Antonio y Octavio Augusto y de sus familias patricias. La trama subraya repetidamente la astucia y determinación de Octavio Augusto para hacerse con el poder abosoluto, lo presenta como casi como un psicópata calculador. Pero seguramente, la transformación de Roma de una república dirigida por nobles a una autocracia tutelada por el ejército (formado básicamente por plebeyos y por extranjeros) era inevitable. Es el viejo debate de las condiciones objetivas, las tendencias, los cambios sociales y el ruido de la historia frente a la voluntad de los individuos concretos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El secreto de Santa Vittoria.

Golpe de estado en los USA, yo no encuentro el boli, Hitler sigue matando niños en el gueto de Gaza, estas peras de San Juan no tienen ningún sabor, a Macron le pega su mujer, las materias primas se van acabando y la única receta es aumentar el presupuesto militar para la gran rapiña final. Solo nos queda la ilusión de que cuando Bildu, ERC o Pueyo, el de Fonz, fuercen al camarada Pedro a convocar elecciones, el año que viene, la candidata a la presidencia del gobierno sea la madrileña, a ver si se dan el gran batacazo, nos reímos mucho y ellos aprenden de una vez qué es España (y Portugal). Cuando uno envejece en tiempos tan oscuros, se aferra como un aterido náufrago a sus viejos cánones, a sus libros y pelis preferidas. Nos encerramos en nosotros mismos, en nuestras listas y en nuestros hábitos. " En tiempos de tribulación, no hacer mudanza " recomendaba el santo soldado de Loiola. Y muy arriba entre las películas de mi canon está "El secreto de Santa Vittoria" (...

Presentes

Solamente existen dos cosas: la vida y la muerte. La muerte es el segundo principio de la termodinámica, dominante, omnipresente, invencible. La vida es la lucha absurda, desesperada, contra ese principio. Es la excepción, lo heroico, la guerra que se libra sabiendo que se va a perder. La vida son los pimientos de Padrón, mi sobrino saltando las dulces olas del mar Mediterráneo, Francella haciendo de Sandoval en un juzgado oscuro de Buenos Aires, mamándose como un boludo mientras tiene ideas deslumbrantes. A veces, hay más vida y a veces, hay más muerte. Últimamente, nosotros hemos tenido algo más de lo segundo. Murió un primo de Merche de Albacete. Tenía ilusión por viajar y por hacer fotos a la vida, mientras que el cáncer lo iba derrotando, después de una guerra de cinco años de tratamientos, pruebas, dolores, experimentos, viajes a Madrid, más contra experimentos y más dolores. Pero ese hombretón y su retranca seguirán viviendo. En los mejores diálogos de Muchachada Nui está su c...

El niño que miraba al mar (Luis Eduardo Aute)

Tomás, compañero y sin embargo, amigo, me manda esta fervorosa reseña del concierto que compartimos la semana pasada: ¡Aute sigue en plena forma! Será porque nos mentalizamos para un homenaje al maestro, al que suponíamos agostado, será por envidia; pero es lo primero que me sorprendió de un concierto vibrante de música, letra y ritmo. Fue en La Rambleta, en Valencia el 28 de noviembre. Aute ya tiene 71 años, nunca ha exigido mucho a su voz y las mesas de mezclas hacen maravillas, pero todo eso no desmerece que sonó limpio e intenso. Uno no puede menos que preguntarse cuál será el secreto de su vigor, y cómo aplicárselo. Cantó las canciones de su último disco “El niño que miraba el mar” y algunas de sus discos anteriores, ya 46 años componiendo. Al final del concierto se centró en las históricas las de los 70 y 80 después de haber amagado tres veces con terminar e irse. Total 3 horas sin descanso. Se hicieron cortas. Le acompañaron tres músicos muy buenos, incluido s...