Siempre leo con placer a Atxaga. Sus libros me resultan fáciles, amables, cercanos. Supongo que detrás de esa sencillez aparente hay mucho oficio. Imagino que, para mí, como para otros lectores de sus versiones en castellano, Atxaga era una manera cómoda de acercarnos a ese mundo, a la vez amenazante y atractivo, de los caseríos y los bosques del norte. La literatura, esa mentira tan hermosa y, que sin embargo, es lo que más verdad tiene, como dice el guipuzcoano en su blog . Ya reseñé aquí algunos de sus libros más locales, donde la pesada presencia del terrorismo y la violencia política era inevitable. Sospecho que escapar de lo inmediato, quitarse esas etiquetas, ha sido uno de los grandes esfuerzos que el autor ha tenido que hacer a lo largo de su carrera.O quizá me equivoque, no importa. Atxaga ha escrito mucha literatura infantil y algo de poesía. Incluso se atrevió a describir el corazón de las tinieblas . Todavía tengo en la memoria aquella historia, que me dejó cierto re...