Durante el último mes he tenido este libro de título tan evocador en la mesilla de noche y he ido picoteando entre sus páginas. Me ha gustado, pero me da la sensación de que no he entendido nada. La erudición de Juaristi me deslumbraba. Y el problema de ir deslumbrado es que uno no sabe donde va. El desordenado aluvión de referencias, nombres, alusiones ingeniosas, etimologías, anécdotas, significantes y significados no encontraba sitio en mi pequeña cabecita de hombre de ciencias. Salvando las muchas distancias entre los autores, el libro me recordaba en lo formal aquella impostura a la que le dieron un premio: el "Gárgoris y Habidis" de Sánchez Dragó, que también me impresionó mucho en su momento. Supongo que todo esto fue porque de mayor yo queria ser tan erudito como Juaristi o acostarme con tantas señoritas como Sánchez Dragó. He acabado corrigiendo exámenes de chicos que no saben nada de lo telúrico y lo intrahistórico, ni falta que les hace, al menos, para chatearse co...