Ir al contenido principal

Sampedro, premio nacional de literatura.

Una de las mejores noticias que han llegado estos días desde la lejana España ha sido la concesión del Nacional de literatura a José Luis Sampedro. Algunos medios lo han interpretado como un reconocimiento implícito al movimiento indignado, del que Sampedro ha sido un referente. El mundo está cambiando, con premios o sin premios. Pero ahora no toca hablar de su biografía, contradictoria en ocasiones, humana siempre. Escribo de Sampedro como uno de los autores-personas que, en cierta manera, han tocado mi vida.

Es trivial decirlo, pero en la vida de cada uno, hay figuras públicas que han sido (o son) influyentes. Algunas de sus palabras, sus emociones, sus errores, han pasado a ser los nuestros. Luces en este camino absurdo, tan lleno de curvas, de bifurcaciones, de baches. Supongo que ese el principal papel de la literatura, de la poesía, de la música, del cine: proporcionar de vez en cuando una cerilla a las antorchas que todos necesitamos para andar por este laberinto de cansadas Ariadnas.



Y Sampedro me acercó de vez en cuando una cerilla. En sus conferencias, en las que pude vislumbrar una sutil calidez, en la claridad pedagógica de “El mercado y la globalización” o “Los mongoles en Bagdad”, en la inolvidable comida que pude compartir con él, con su mujer Olga y con Miguel (gracias!). Pero sobre todo con “La sonrisa etrusca”. Esa novela, ambientada en Italia, refleja algunas de las más hermosas emociones que habitan en el ser humano. Fue el inicio de un período de mi vida, lleno de calideces y emociones hermosas, que ahora contemplo con la misma ternura con la que el viejo Roncone contemplaba a Bruno, tan dormidito en su cuna.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El correo

Noto, con cierto sentimiento de culpa, que no he publicado nada en dos meses. Agosto y septiembre se fueron casi sin dejar huella, como unos ladrones astutos, como un amante canalla, que no se queda a desayunar. La guerra perdida contra el tiempo que solamente los héroes verdaderos saben ganar. Yo no soy ningún héroe, solo aspiro a sacudirme la pereza. Me obligo a retomar el blog y para ello, reseñaré las últimas pelis que hemos visto.  "El correo" (2024), de Daniel Carpalsoro cuenta la historia de un chaval de Vallecas, un bigardo espabilado que se dedica a transportar dinero en efectivo desde la España milagrosa a las bancos y joyerías belgas, donde lo lavan y lo dejan hecho un primor de blancura. Ya sé que dicho así, suena a la trilogía "Transporter" de Jason Statham; pero Carpalsoro ha sido honesto. Ha hecho una cosa entretenida y sin pretensiones.  El primer acierto de la película es el ritmo. Del inicio al fin, las cosas ocurren porque sí, porque estamos vivos...

La sospecha de Sofía

Merche no aguanta demasiado tiempo en casa. Acabábamos de volver del Teruel de Teruel; pero insistió en ir al cine. Nos comimos unos bocatas con poca gracia y entramos a la vacía sesión de las 22:30. Soy un facilón. La película se basa en la novela homónima de Paloma Sánchez-Garnica. Es una historia de espías y de gemelos que se intercambian. Y como decorado, la España de los 60 y la Alemania Oriental. Da la sensación de que a alguien, en algún despacho madrileño de esos donde se manejan los dineros para lo de la cultura y el postureo, le gustó mucho la novela. Y le apeteció una película con mensaje sutil: Franco era malo; pero los comunistas aún eran peores. Y una vez más, ha quedado demostrado que no siempre sale una peli digerible de una novela que se vendió bien.  Es lo que tienen las historias de gemelos, que son difíciles de creer.  Siguiendo con obras maestras, me viene a la memoria una de las últimas películas protagonizadas por mi paisano Paco Martínez Soria y diri...

Presentes

Solamente existen dos cosas: la vida y la muerte. La muerte es el segundo principio de la termodinámica, dominante, omnipresente, invencible. La vida es la lucha absurda, desesperada, contra ese principio. Es la excepción, lo heroico, la guerra que se libra sabiendo que se va a perder. La vida son los pimientos de Padrón, mi sobrino saltando las dulces olas del mar Mediterráneo, Francella haciendo de Sandoval en un juzgado oscuro de Buenos Aires, mamándose como un boludo mientras tiene ideas deslumbrantes. A veces, hay más vida y a veces, hay más muerte. Últimamente, nosotros hemos tenido algo más de lo segundo. Murió un primo de Merche de Albacete. Tenía ilusión por viajar y por hacer fotos a la vida, mientras que el cáncer lo iba derrotando, después de una guerra de cinco años de tratamientos, pruebas, dolores, experimentos, viajes a Madrid, más contra experimentos y más dolores. Pero ese hombretón y su retranca seguirán viviendo. En los mejores diálogos de Muchachada Nui está su c...