Ayer cayó un chaparrón agradable que refrescó las calles de Santo Domingo. El agua corre hacia el malecón. La desmesurada capital de la República Dominicana, la primera ciudad de América, siempre mira al mar. Por ese mar, llegaron los antepasados españoles y los desgraciados antepasados africanos. Por ese mar, llegan de vez en cuando los invasores estadounidenses y los huracanes. Santo Domingo fue el principio de todo: desde allí salieron hacia tierra firme los aventureros sedientos que conquistaron el mundo para el rey de las Españas, el primer puerto seguro, el primer fuerte a salvo de los pobres taínos que no podían entender el infierno que había venido de otro mundo, más frío y más oscuro. Santo Domingo fue la primera catedral, la primera universidad, la primera ciudad extremeña a miles de leguas de Extremadura, la primera casilla de la terrible partida de ajedrez que las potencias europeas jugaron en las Américas. A Santo Domingo, ruidosa, desordenada, sonriente, le cam...
Comentarios
Este tipo de tragedia me deja mu planchado. Pero cuando veo que es un calco de otra, me pone de muy mala leche. Tengo obsesión por ese tipo de cosas que dos segundos antes dices "mira, aún no pasaba nada". Vamos, las tragedias fácilmente evitables. Y de nuevo parece que la idea es disparar sobre el pianista, maquinista en este caso.
Cada vez que oigo que "la causa del accidente es la velocidad" siento casi dolor físico. Menos mal que no añaden el principio de la inercia...
Y a eso se une que todo esto me suena tanto....
En el fondo, es todo el modelo español de la alta velocidad lo que está en tela de juicio.