Hago inventario de lo que he visto o he leído durante estas
breves vacaciones. En un largo viaje en tren hacia el sur, me leí, meticuloso y
atento, el opúsculo “El poder” de Tolstoi. Se trata de unas reflexiones sobre
uno de los problemas centrales del anarquismo. Tolstoi argumenta sobre cómo los
gobiernos (los estados) convencen de la necesidad, de la inevitabilidad de su
poder. Justifican así las religiones oficiales, los ejércitos, la desigualdad,
la violencia organizada. En mi destino, asistí a varias procesiones, con cornetas, alcaldesa, saetas y
uniformes.
En el cine, vi el reciente estreno Spiderman-2. Es decir, la
segunda de la trilogía que pretende hacer Webb. El personaje, del que ya hemos
hablado aquí ha
dado para muchas pelis. esta no es la
peor de ellas; pero yo sentí como si me hubieran robado algo de mi primera
adolescencia. Al menos, las vertiginosas vistas de Nueva York eran impresionantes. Me llamó la atención que todo lo malo procede de la multinacional
Oscorp (Electro, el Duendecillo Verde). Pero también, todo lo bueno (el mismo Spiderman).
Cuando Tolstoi escribía sobre el poder, todavía no había multinacionales más
poderosas que los estados. O mejor dicho, transnacionales, como argumenta Vicenç
Navarro en este artículo.
En la tele, volví a ver dos pelis. “Náufragos” (“Cast away”), de Zemeckis, con
Tom Hanks y Helen Hunt. Como había cenado bien, me dio mucha pereza imaginarme
a mí mismo cogiendo cocos. También vi “Infiltrados” (“The departed”) de Scorsese,
con DiCaprio, Damon, Nicholson, Sheen, Baldwin, etc… Me pareció un poco mejor
que la primera vez que la vi; pero sigue sin parecerme una peli redonda. Demasiadas idas y venidas, demasiadas carantoñas del Nicholson.
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