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El niño que miraba al mar (Luis Eduardo Aute)



Tomás, compañero y sin embargo, amigo, me manda esta fervorosa reseña del concierto que compartimos la semana pasada:

¡Aute sigue en plena forma! Será porque nos mentalizamos para un homenaje al maestro, al que suponíamos agostado, será por envidia; pero es lo primero que me sorprendió de un concierto vibrante de música, letra y ritmo. Fue en La Rambleta, en Valencia el 28 de noviembre.

Aute ya tiene 71 años, nunca ha exigido mucho a su voz y las mesas de mezclas hacen maravillas, pero todo eso no desmerece que sonó limpio e intenso. Uno no puede menos que preguntarse cuál será el secreto de su vigor, y cómo aplicárselo.

Cantó las canciones de su último disco “El niño que miraba el mar” y algunas de sus discos anteriores, ya 46 años componiendo. Al final del concierto se centró en las históricas las de los 70 y 80 después de haber amagado tres veces con terminar e irse. Total 3 horas sin descanso. Se hicieron cortas. Le acompañaron tres músicos muy buenos, incluido su productor musical y arreglista: Toni Carmona. Casi cantaba en familia pero sonó fenomenal. Aute es de los que suena mejor en directo que en disco.

Pasado el primer asombro, pudimos entregarnos al arte y el discurso de este enorme músico y poeta. No parece pose cuando mezcla los temas más mundamos como el sexo, la broma fácil, o la palabra soez con miradas lúcidas y llenas de belleza sobre la condición humana. Va por la vida como Tácito horrorizado por la vanidad, la necedad o la codicia del ser humano y se exilia en su arte, y en el sexo (o eso dice). Desde ese ensimismamiento se sigue cuestionando en sus canciones el origen del ser humano, el sentido de la vida, o el destino que nos aguarda. Y nos propone que el sentido de la vida es la belleza interior, crecer como humanos críticos, sensuales y desprendidos.

Y entonces comprendes por qué el concierto, además de calidad musical, transmitió los valores de Aute. La inspiración del que sigue buscando respuestas, del que sigue curioso; la coherencia del que sigue defendiendo sus posiciones, que siguen vigentes; el magnetismo del que se sigue gustando y no presume de ello; y la sensualidad y energía … ¿que le da el sexo?

En su último disco vuelve a ser irregular pero tiene momentos lúcidos y sublimes. Me tiene dando vueltas a la cabeza la imagen de un viejo que mira a un niño, que es él mismo, y quiere preguntarle “¿ves al verdugo de tus sueños?” Por cierto, no me gustó el vídeo que nos pasaron al principio sobre ese mismo tema, le prefiero mucho más cuando canta.

Al final nos fuimos a casa sintiendo que habíamos visto un concierto estimulante inspirado y profesional, cualidades que te impresionan duraderamente cuando coinciden. 

Chema también escribió una hermosa reseña en su blog.

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