A quien Dios no le da hijos, el
diablo le da sobrinos. Y a los míos les gusta que les lleven al cine y a
cualquier tipo de espectáculo. Y como a mí también me gustan las palomitas y
los dibujos animados, pues ejerzo de tío complaciente. Reseño aquí a lo que
hemos ido acudiendo en este verano sofocante y largo.
Vimos “Los Minions”, la precuela
de las dos pelis sobre Gru, el villano atontado. Los de la productora
Illumination Entertainment comprendieron que a los críos lo que les hacía
gracia eran los bichitos amarillos, y montaron una peli justificando su
existencia como operarios en las fábricas del mal de Gru. Aunque recuerdan un
poco a los Rabbids, creo que industrialmente no tienen mucho que ver (los conejos idiotas proceden de los videojuegos). Yo casi me duermo con la
historia de los pequeños ayudantes de los malos. Para tanta felonía, ya tenemos
a nuestros atareados gobernantes.
Cuando estuve en Estados Unidos, leí
algo sobre el asombroso viaje de las mariposas monarca, desde el norte de
Norteamérica hasta México. Así que cuando vi que hacían una peli sobre el tema
en el Hemisphèric, me llevé a los niños. Pero a ellos no les gustó tanto como a
mí. Me pareció preciosa la historia de Fred Urquhart, el investigador que
dedicó su vida a desvelar el misterio. Sentí envidia de él.
De vuelta a lo comercial, acudimos
a “Jurassic World”, la cuarta de la franquicia. Me pareció muy buena. Han
conseguido extraer todo el encanto de “Jurassic Park” y parece que los montones
de dinero que se han gastado se reflejan en la espectacularidad y el realismo
de los bichos en la pantalla. Supongo que en el futuro se asombrarán de que nos
gustaran tanto las historias de bichos extinguidos, del mismo modo que nosotros
nos asombramos de la importancia icónica que tenían las imágenes y leyendas de dragones
tanto en el Occidente medieval como en la China antigua. Lo cierto es que, tanto a
los sobrinos como al tío, la superproducción nos encantó.
Aprovechamos el entusiasmo por
los dinosaurios de los niños y cumplimos un viejo proyecto: llevarlos a
Dinópolis, en Teruel. El parque tiene su sede central en la ciudad; aunque
cuenta con algunas delegaciones satélites en varios pueblos. Como opinan la
mayor parte de los que lo visitan, está muy bien. Entretiene a los críos y es
razonablemente digno en lo científico. Para competir con la espectacularidad de
la saga de Spielberg, hay varias actuaciones teatrales y proyecciones en 3D que
engañaron lo suficiente a los muchachos. Volví contento con lo que se ha hecho
en mi ciudad natal.
Vimos en 3D, “Pixels”, la peli
basada en los juegos de ordenador de los 80. El argumento solo tiene interés,
cuando están, pues eso, en los 80. En cuanto empiezan los disparos la cosa se
hace tan predecible que aburre. Los críos decían que era la mejor peli que
habían visto en su vida.
Para rematar la temporada, los
llevamos a ver “Ted-2”; pensando que era algo para niños (ni había calificación
por edades, ni habíamos visto la primera). Así que, en cuanto empezó la peli
deseamos que la tierra nos tragara: un catálogo de chistes gruesos con especial
hincapié en el sexo, un osito adicto a la marihuana y una buena colección de palabrotas
(traducidas). Afortunadamente, los muchachos solo se quedaron con esto último.
Su tía y yo nos sentíamos tan violentos que no disfrutamos con la peli que,
aunque resulta simpática. Quizá, cuando sean adultos se acuerden de
nosotros y de esa peli tan predeciblemente trasgresora.
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