La larguísima hegemonía política de la derecha en Valencia dio para mucho: para la desindustrialización de todo el país, para la pérdida del sistema financiero, para el deterioro de lo público y para innumerables episodios de saqueo. Pero quizá lo peor de todo fue que la sociedad valenciana se hizo más rancia y más triste.
Tradicionalmente, lo "valenciano" era lo cómico, lo paródico, lo irreverente. La ciudad del Turia (la grande) fue durante siglos, la de los comediantes anticlericales, la de los artistas rebeldes y creativos, la de la alegría de los bajos y del alma, en contraposición a lo castellano y sus seriedades trascendentes y carcas. Pero durante las últimas décadas, las fallas se militarizaron aún más, Canal 9 era el NO&DO, el llamado bando "católico" del Partido ocupó cada espacio y se hizo el silencio. Un largo silencio.
Ese luto callado y tristón solo lo rompieron algunos locos que vociferaban con mala baba. Sus censuras y sus hambres les costó. Ya reseñamos aquí otra actuación de este pirado de Alcoi. Ahora era distinto. En el Cap i Casal tenemos un alcalde que va en bicicleta y que sonríe. Así que ahora les toca actuar en los teatros públicos a los de su cuerda. "En el Olympia. Ostia! Estic en el Olympia!", gritaba el Xavi, sin creérselo. Supongo que es la historia del tio Canya, que torna a València, amb gaiato, si fa falta.
Para celebrar que le habían dejado actuar en el Olympia, Xavi nos enseñó el tanga y luego imitó al ex-honorable Fabra (Alberto) chupando pollas. Supongo que lo obsceno tiene su aquel. Y si no, que se lo digan al Chivi.
Yo acudí con la curiosidad de si los de Pot de Plom han sido capaces de reinventarse. Y no han podido. Tienen que seguir con la mofa de los monstruos locales: la Rita, el Fransisco Camps, el Rus (deu mil, onze mil, dotze mil, dos millons de peles!). Y al final del show, el obispo Cañizares, un señor del siglo XVI o XVII. A mí, me defraudó un poco ver lo de siempre; pero me reí a mandíbula abierta. Y es que las guillotinas figuradas son siempre necesarias...
Tradicionalmente, lo "valenciano" era lo cómico, lo paródico, lo irreverente. La ciudad del Turia (la grande) fue durante siglos, la de los comediantes anticlericales, la de los artistas rebeldes y creativos, la de la alegría de los bajos y del alma, en contraposición a lo castellano y sus seriedades trascendentes y carcas. Pero durante las últimas décadas, las fallas se militarizaron aún más, Canal 9 era el NO&DO, el llamado bando "católico" del Partido ocupó cada espacio y se hizo el silencio. Un largo silencio.
Ese luto callado y tristón solo lo rompieron algunos locos que vociferaban con mala baba. Sus censuras y sus hambres les costó. Ya reseñamos aquí otra actuación de este pirado de Alcoi. Ahora era distinto. En el Cap i Casal tenemos un alcalde que va en bicicleta y que sonríe. Así que ahora les toca actuar en los teatros públicos a los de su cuerda. "En el Olympia. Ostia! Estic en el Olympia!", gritaba el Xavi, sin creérselo. Supongo que es la historia del tio Canya, que torna a València, amb gaiato, si fa falta.
Para celebrar que le habían dejado actuar en el Olympia, Xavi nos enseñó el tanga y luego imitó al ex-honorable Fabra (Alberto) chupando pollas. Supongo que lo obsceno tiene su aquel. Y si no, que se lo digan al Chivi.
Yo acudí con la curiosidad de si los de Pot de Plom han sido capaces de reinventarse. Y no han podido. Tienen que seguir con la mofa de los monstruos locales: la Rita, el Fransisco Camps, el Rus (deu mil, onze mil, dotze mil, dos millons de peles!). Y al final del show, el obispo Cañizares, un señor del siglo XVI o XVII. A mí, me defraudó un poco ver lo de siempre; pero me reí a mandíbula abierta. Y es que las guillotinas figuradas son siempre necesarias...
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