Leo que “Handia” es la gran favorita a los premios Goya. Fuimos a verla hace dos meses. Me gustó. Y eso que las pelis de “época” siempre me parecen artificiosas, falsas. Supongo que no soy capaz de admirar el trabajo enorme que lleva el atrezzo, los trajes, esa artesanía sutil y costosa que sirve para convencerte de que estás en la época de las carlistadas. La magia del cine, para ir resumiendo.
Trata del llamado “Gigante de Alzo”,
Miguel Joaquín Eleizegui Arteaga, un muchachote aquejado de gigantismo en un caserío de aquel pueblo
guipuzcoano. “Handia” significa “Grande”. Trabajó como
atracción de feria por varios países europeos.
La peli logra sus mejores
momentos cuando escarba en los conflictos personales del gigante, alejado de su
caserío, de su iglesia, de su aita. Obligado a posar con ropas extrañas para
extraños. Una poesía profunda y desasosegante recorre la historia, que se ve
como un cuento sin final feliz, pero también como un curioso viaje al pasado.
Yo, que ando siempre buscándole
tres pies a todos los gatos, disfruté oyendo el euskera de los protagonistas y
pensando que el gigante era un buen símbolo de “lo vasco”. Durante siglos, la
antropología y la lingüística europea tuvieron al pueblo vasco y a su lengua,
escondida en los caseríos guipuzcoanos, entre sus “atracciones de feria”.
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