
En las últimas semanas, hemos visto dos series estadounidenses que traen muy bien este tema: que los ricos, los muy ricos, tienen tripas. La primera ha sido "Succession" (HBO, 2018) y la segunda, Trust (Filmin, 2018). Uno estaba acostumbrado a ver hijos de puta haciendo cosas malas para todos (Margin Call, 2011), (The wolf of Wall Street, 2013) en nombre de la libertad. Viva la libertad. Viva el capital. Pero ahora vemos que los hijos de puta, además tienen hijos a los que quieren dejarles su reino del mal mientras los humillan. En ambas series vemos a dos viejos cabrones (Brian Cox como Logan Roy, dueño de un imperio de medios de comunicación, en "Succession") (Donald Sutherland como J.P. Getty, un tycoon del petróleo) -me encanta esa palabra: tycoon- Ambos manipulan a sus herederos, que los admiran y temen, y rezan todos los días para que revienten de una vez. Y gozan ese juego sádico, mientras obligan a ponerse al teléfono al presidente de los EEUU o compran cualquier cosa que se pueda comprar por dinero. Y vemos al dinero, que no es un medio, sino un dios que se ha apoderado de sus almas, de todas nuestras almas.
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