"Ya somos el olvido que seremos. El polvo elemental que nos ignora y que fue el rojo Adán y que es ahora todos los hombres y que no veremos".
Del primer verso de este cuarteto de un soneto de Borges tomó el colombiano Héctor Abad Faciolince el título para la biografía de su padre, el médico Héctor Abad Gómez. Motivado por las buenas críticas, compré el libro hace ya muchos años. Y ha acabado en alguna caja, cuyo paradero ignoro, sin ser leído. Nunca nadie lo leerá.
Afortunadamente, Fernando Trueba hizo esta excelente película, con guión de su hermano David y dinero colombiano. Como escribí en una entrada anterior, la vimos en dos veces en una de las muchas plataformas que pagamos. La disfrutamos mucho. El atrezzo es muy bueno y la actuación del polifacético Javier Cámara, perfecta. Así que la historia del doctor Abad no fue olvido, al menos por ahora.
John Banville escribió algo así como que estamos vivos mientras viven los que nos recuerdan. Héctor Abad Falciolince aplicó todo su talento literario para que su padre estuviera vivo un poco más de tiempo. Y toda la historia rezuma respeto y cariño por la figura paterna. El doctor Abad era un hombre inteligente, honrado, bondadoso. Era un padre bueno, un médico sobresaliente y un excelente profesor. Uno de esos hombres que mejoran el mundo que pisan. Fue asesinado en Medellín en 1987, por paramilitares de extrema derecha, a causa de su defensa de los derechos humanos. En uno de sus bolsillos llevaba un papel con el soneto de Borges. De momento, el doctor Abad no ha muerto del todo.
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