Ir al contenido principal

Candlelight. El lago de los cisnes.

 

El viernes acudimos al centro de la ciudad a ver esta adaptación de la célebre obra de Chaikovsky. Los espectáculos candlelight usan la luz de las velas para lograr un resultado efectista e íntimo. Y disfrutamos la magia de los cuerpos, entrenados para llegar al límite, para vibrar y hacer vibrar, para que la música llegue al fondo del alma. ¡Cuántas horas de ensayos y cuánto sudor hay detrás de esa perfección! ¡Cuánta belleza hay en el ser humano! ¡Qué hermosa es la danza!

Todo lo anterior es mentira. Comimos tarde. Nos echamos una siesta roncadora y feroz y se nos pegaron las sábanas. El atardecer me avisó y me desperté desorientado. Aunque teníamos las entradas, no nos daba tiempo de llegar al Ateneo Mercantil, en la Plaça de l'Ajuntament, que está más linda que nunca. Así que nos quedamos en casa, viendo la Sexta, como buenos progres. Ni disfrutamos la magia de la perfección ni vibramos, ni llegamos al fondo del alma. Ni fuimos a cenar en un sitio bonito y caro, con velas y guiris y una carta pretenciosa. Dejamos que el fin de semana entrara en el pisete como un pariente sudoroso y pesadote, con el que te ves por costumbre, sin odio y sin entusiasmo. Pusimos el termostato a 22 grados, y corrimos las cortinas. Merche hizo la cena y yo me puse en el móvil canciones de El Chivi, que suena parecido a Joaquín Sabina cuando era Joaquín Sabina. 


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Ya... "Aquella noche no llovió" ;-)

Entradas populares de este blog

Asesinato en el campo de golf.

La realidad siempre supera a la ficción. Ni el mejor Azcona podría haber imaginado la boda cortesana del otro día ni el más inspirado Berlanga, rodarla. Fue una inundación de imágenes ridículas, un tsunami de mal gusto, una representación prodigiosa y completa de todo lo vano y risible de nuestra sociedad. Dicen que el humor siempre ha de apuntar hacia adentro y hacia arriba y apuntar bien la pistola es difícil; pero las imágenes que, como huesos, tuvo a bien echarnos la tele de Ayuso eran una diana gigantesca, grande como un océano de paradojas. Dispararas donde dispararas, acertabas. NO piensen que les deseo unos tiros o unas bombas a los convidados. Sobre eso, volveré más adelante. Al revés, hay que agradecerles a todos que acudieran disfrazados a la iglesia de San Francisco de Borja para alegrarnos la vida y recordarnos, con humor y gracia congénita, cuán estúpido es nuestro reino y cuán absurda es la existencia humana. Dios, gracias por el fuego y por el humor. Semejante orgía de

Capitães de abril

Creo que la primera vez que vi a la guapísima María de Medeiros Esteves Victorino d'Almeida fue en su papel de la mafiosa  Fatima do Espiritu Santo , en la gran "Airbag"(1997). Ni siquiera la negociación absurda que mantiene con su genial contraparte, el gallego Pazos (Manquiña) acerca del "conceto", empañaba su belleza casi sobrenatural, casi casi concebida por la IA.  Tres años después, dirigió su opera prima, "Capitães de abril". Este fin de semana perezoso y lento era el momento adecuado para volverla a ver. La película es un drama histórico que cuenta el golpe de estado con el que la mayoría del ejército portugués tumbó a la vieja dictadura. Se han cumplido 50 años de la gesta. En el viaje que hicimos allí a principios de este abril, pasamos una mañana en la hermosa ciudad de Castelo de Vide, de donde procedía el capitán Salgueiro Maia, un hombre honesto y valiente, principal protagonista de la película.  En 1974, el pueblo portugués estaba cansad

Atlas de un maestro de ajedrez

Pocos ajedrecistas han tenido una vida más novelesca y novelable que Savielly Tartakower (1887-1956). Nació en la Rusia de los zares y se educó en Ginebra y en la Viena de los Habsburgo. Combatió en las dos guerras, en la primera para Austria, en la segunda, para De Gaulle. Tuvo varias nacionalidades, habló muchas lenguas y fue uno de los pocos supervivientes de esa Europa judía, culta, cosmopolita e irrepetible que destruyeron los nazis y sus cómplices, para siempre. Ahora vuelven con otras mañas; pero con el mismo odio al diferente y a la inteligencia y el mismo afán destructor. Como ajedrecista, Tartakower nunca llegó al nivel de Capablanca o Alekhine; pero se mantuvo durante 30 años entre los mejores del mundo. Fue uno de los protagonistas de la llamada revolución hipermoderna, que abrió nuevos universos a la teoría de aperturas, al cambiar la naturaleza de la lucha por el centro del tablero. Fue el autor de numerosos aforismos relativos a la práctica del juego, muchos de los cuale