La mayor parte de los televidentes de este lado del mundo, teníamos claro que los rusos (Putin, más bien) eran los malos y los ucranianos (más bien, el gobierno pro-occidental surgido de los incidentes del Euromaidán) eran los buenos. Y para que no tuviéramos dudas al respecto, recibimos muchas explicaciones simplonas y un poquito sesgadas. Y para que los malos no nos engañaran, cerraron las emisiones del Russia Today, que para eso somos democracias maduras, no como los chinos, que son esclavos de los comunistas. Como todo lo que ocurre en este complejo mundo de conflictos, el conflicto es algo más complejo de lo que parece. Obviamente, hay un agresor y un agredido: la población ucraniana. Recuerdo con pena las lágrimas de Nadia, una ucraniana del oeste. Esas son las lágrimas que me conmueven a mí; pero quizá es porque no puedo ver en la tele las lágrimas de los ucranianos pro rusos del este. Vean esta imagen de la wikipedia con los resultados de las elecciones del 2010. La guerra se ha enquistado, Rusia no cederá nunca Crimea (que fue un regalo ruso a Ucrania en 1954) ni Donetsk ni Luhansk. Y la superioridad tecnológica occidental permitirá al gobierno pro-occidental de Ucrania defenderse hasta el último hombre. Cuánto horror esconde esta frase hecha.
El ajedrez, esa locura que dura una vida, quita y aporta muchas cosas a los ajedrecistas. Una de las que me aportó a mí fue entender un poco mejor las sombras y las luces del alma rusa. Al fin y al cabo, la antigua Unión Soviética fue, además de la patria de todos los proletarios de la tierra, la patria del ajedrez. Muchos ajedrecistas occidentales sabíamos distinguir el apellido de un campeón ruso-ruso, como Spassky, del apellido de un campeón ucraniano-ucraniano, como Ivanchuk. O sabíamos que los apellidos de los eslavos del este se acentúan como palabras llanas: así Karpov, se pronuncia Kárpov o Kasparov, se pronuncia Kaspárov (aunque, en su apellido original era Weinstein).
He visto en el cine BitTorrent esta larga peli del 2021. Trata de ajedrez y de Rusia. Cuenta el ascenso al trono mundial de Anatoly Kárpov y el dramático encuentro en el que defendió su título frente al "traidor" Víktor Korchnoi. Digo "peli", pero parece un documental. Han buscado a dos actores que realmente se parecen a Kárpov y a Korchnoi. Y como es una cosa rusa, todo lo relacionado con el ajedrez está bien hecho. No hay tableros mal colocados, ni esos fallos en el atrezzo que nos irritan a los aficionados. El famoso match que se celebró en Baguío en 1978, con todas sus sombras, trampas y dramas, merecía una película muy patriótica. Y el pobre Korchnoi, que se escapó a occidente, sigue siendo el malo en la Rusia de hoy. Lo de los buenos y malos rusos y los buenos y malos españoles, que son etiquetas para siempre, supongo. Como ajedrecista, me resultó imposible no emocionarme con las escenas sobre la importancia social del ajedrez: cuando un campo de fútbol entero (supongo que el del Spartak) coreaba "Tolia, Tolia!" cuando el genio de los Urales ganaba una partida, o cuando los nómadas de las estepas o los exploradores del Ártico analizaban la posición de una de las partidas aplazadas del match en un pequeño tablerito. Sospecho que en los gulags también andaban estudiando la Española Abierta o la defensa Pirc-Ufimtsev que usó Korchnoi como armas en el encuentro; pero eso ya no sale en ninguna escena. Pero no se equivoquen, a la mayor parte de ustedes la peli se les hará aburrida y larga. El match de Baguío duró 3 meses y la trama cuenta el día a día. Así que solo se la recomiendo a ajedrecistas, a rusos y a ucranianos, valgan las redundancias.
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