En la mañana del 11 de marzo de 2004, un grupo de 10 terroristas yihadistas de origen magrebí colocaron trece mochilas bomba en trenes de cercanías en Madrid. Algunos de los terroristas habían sido previamente vigilados por la policía, e incluso alguno ya había sido condenado. No se probó judicialmente quiénes fueron los que dieron la orden y uno de los que puso las bombas no ha sido identificado. Los atentados de Casablanca del año anterior, en los que murieron 33 víctimas y 12 suicidas y las repetidas amenazas contra España en los medios yihadistas eran indicios claros de que se preparaba algo brutal; pero quizá los servicios de inteligencia no funcionaron bien.
El explosivo era dinamita Goma-2 ECO. Tanto la dinamita como los detonadores fueron comprados al delincuente asturiano Suárez Trashorras, con el que el terrorista Jamal Ahmidan entró en contacto a través de otro delincuente, Rafa Zouhier. Los tres ya eran conocidos y confidentes de la policía antes de los atentados. E incluso en uno de los viajes para transportar la dinamita, el 29 de febrero, la guardia civil paró y multó a Jamal Ahmidan por exceso de la velocidad.
Dentro de las mochilas, los detonadores estaban conectados a móviles configurados para dar una señal eléctrica a la hora deseada. Hubo tres mochilas que no estallaron. Dos de ellas quedaron en los trenes de Atocha y El Pozo. El 11 por la mañana, los TEDAX pudieron comprobar que el tipo de dinamita no era Titadine (el que usaba habitualmente ETA) antes de explosionarlas. El 11 por la tarde se encontró una furgoneta en Alcalá de Henares con restos de Goma-2 ECO y siete detonadores de distintos tipos. Los detonadores permitirían a los investigadores encontrar el origen de la dinamita. En la madrugada del 12 se descubrió en Vallecas una mochila con la tercera bomba sin explotar, montada del mismo modo. La tarjeta del móvil condujo a los investigadores a Jamal Zougam, y después, a la caseta en Morata de Tajuña. Es decir, el 12 por la mañana, los mandos policiales ya tenían un grado alto de certidumbre sobre el origen yihadista y así lo transmitieron a sus jefes políticos.
El 2 de abril, los mismos que habían puesto las mochilas en los trenes, intentaron atentar contra el AVE; pero huyeron antes de activar la bomba. Se encontró el mismo tipo de explosivo que había sido usado en marzo. Siguiendo números de teléfono marcados, encontraron el piso franco de los terroristas en Leganés. Allí, con la dinamita que les quedaba, se suicidaron siete de los terroristas, llevándose con ellos a su puto paraíso a uno de los GEO que asaltaron la vivienda.
He escrito los párrafos anteriores a partir de diversas fuentes, muchas de las cuales se basan en el proceso judicial. En lo relacionado con los explosivos, he leído el libro del jefe de los TEDAX, Sánchez Manzano que da título a esta serie de entradas. También he vuelto a ver las series "11M. Terror en Madrid" de Netflix y "El desafío. 11M" de Prime Video.
Lo hago para mi propia memoria. Algunos hechos tienen cierto grado de sombra y apuntan a fallos policiales; pero en general, la investigación fue capaz de aclarar los atentados. En otros procesos contra terroristas de ETA, se había llegado a conclusiones (y a condenas) con menos evidencias.
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